TERMINOS MEDIOS ENTRE LA CORDURA Y LA DEMENCIA.



Dicen que la vida como viene va, que la muerte está de moda, que la locura está mas loca que ayer; bueno, en parte tienen razón, dicen que lo único que nos salva de la muerte es el amor, que el amor es locura, y que la locura es cordura.
Eran los tiempos de la primavera, una primavera de diez años en los que el hombre llegó a la luna, los yanquis explotaban el NAPALM en Vietnam y Lennon gritaba AYUDA, Kadaffi pedía petróleo y Yo, entre Lexotanil y Lexotanil me preguntaba: “¿Qué pasa en la tierra que el cielo es cada vez más chico?”. Nunca encontraba la respuesta, tal vez porque esperaba que cayera del cielo o me la topara rumbo al café. Las rosas abundaron en ésta década, quizá con la intención de equilibrar la vida en el planeta; llegué a pensar que por cada hombre muerto nace una rosa, no sé hoy día por qué no hay bosques de ellas.
A pesar de todo siempre supe que hay algo en el mundo por lo que se debe luchar, no sabía qué era, no sabía el significado de mi existencia, bueno, talvez nunca lo sepa realmente, pero en esta época sucedió algo que me dio un sentido, de pronto no fue el mejor, pero fue el que me llevó de la cordura a la demencia y de vuelta, aunque pudo ser en sentido contrario, simplemente cosas que uno no entiende pero que animan; tal vez me quedé en la demencia o aún sigo en la prisión de la cordura, realmente no me importa saberlo.
En este momento pensarán que les voy a hablar de alguna persona, que la voy a describir, la mujer perfecta que todos describen cuando el amor los invade, o tal vez que voy a describir al amor, al perfecto sentimiento que puede ser, o al malévolo sufrimiento que deja; pues no, están equivocados si eso pensaban, lo que voy a describir es el mejor suceso, y a la vez el peor; es lo mas bello que puede no existir, y lo mas horrible que puede existir.
Un día, de tantos de esta década de primavera infinita, rumbo al café al que diariamente recurro para despejar mi mente y escapar de la realidad, lo cual es imposible, cruzando una de las calles atestadas de automóviles, lo inevitable sucedió; un camión gigantesco, no un simple camión, sino uno gigantesco se abalanzó sobre mi humanidad como vendedores ambulantes en navidad, yo miré el frente del camión y lo veía cada vez mas cerca de mí hasta que de pronto mis ojos se nublaron, mis sentidos se dispersaron y mi motricidad, que por cierto no era mucha, desapareció. Ya habrán imaginado lo que me sucedió, el camión me estrelló y me mató, o bueno no sé si me habrá matado, talvez me dejó en coma, lo cierto fue que después de un tiempo, lo cual no era un tiempo, porque el tiempo no existe, mis sentidos regresaron a mí poco a poco, y mientras mis ojos recuperaban su vista y por supuesto, la mía, diferencié lo que supuse era una figura humana, esbelta, pelo largo y muy liso…al parecer una mujer; pero no, no era una mujer, porque yo dije que no iba a hablar de ninguna persona, bueno, en fin, lo que en ese momento pensé era ella, se acercó, no vi sus manos, no sé como, pero me tomó de la mano, me levantó; un extraño olor saturaba el lugar, que no sé si era algún lugar, porque no se veía nada, solo la sombra de esta mujer, y la cama donde yo yacía tal vez vivo.
En ese momento me levanté de la cama, pensé que aquella sombra pertenecía a alguna enfermera y que al intentar dirigirme a algún lugar me detendría o me ayudaría, pero por el contrario y para mi sorpresa, al levantarme, la sombra dio unos pasos hacia atrás perdiéndose en la penumbra. Como lo había pensado, busqué alguna salida, pero no encontré ni paredes a mi paso, ¿cómo puede existir un paraje como este sin paredes?, solo la cama estaba iluminada, entonces se me ocurrió buscar la fuente de luz, sin suerte alguna.
Entonces decidí encaminarme por la oscuridad de aquel lugar, en busca de algo, algo que pudiera sentir, algo que pudiera tocar, oler, escuchar; pero otra vez todo fue en vano, no tuve suerte; no sentí nada, parecía que no estuviera en ningún sitio, no podía imaginarme un lugar que no fuera ningún lugar, toda mi vida estuve ligado a algo, siempre estaba en algún sitio, siempre sentí algo; empecé a correr, empecé a gritar, luego dormía, luego me levantaba y seguí corriendo y gritando, y así seguí durante mucho tiempo, pero no existía el tiempo, tampoco existían sentimientos, ni buenos, ni malos, entonces pensé,-si nada existe, ¿cómo puedo existir yo?, ¿en qué horrible lugar habré caído?- tal vez si me hubiese quedado en la cama, donde por lo menos la cama existe, la luz existe y hay una sombra, que sé que existe, y que tal vez sepa la verdad, -¿por qué no me quedé en la cama?- me preguntaba sin cesar, cada vez me sentía mas confundido, y pensé –si me siento confundido, entonces siento algo, algo que conozco es parte de mí, entonces si existo-; en ese momento me detuve y pensé qué hacía corriendo como un loco, cuál era el punto que buscaba, y me dije –busco una salida, quiero encontrar una salida, necesito una salida de este horrible lugar; pero, todos esos son sentimientos, y si siento, entonces existo-, tal vez la cordura volvió a mi ser y me sentí mas tranquilo, por lo menos mas seguro de mi mismo, o la demencia se apoderó de mí, no lo sabré, pero continué mi camino, que parecía no ser ningún camino, que parecía no tener rumbo, pero continué, seguí existiendo, cuerdo o demente, pero existiendo, mi vida tenía de nuevo sentido y al final…
Creo que esperan que termine esta historia, que encuentre alguna salida, pero igual que yo, en ese oscuro paraje, ustedes, por sus propios medios deberán, si así lo quieren, encontrar la salida de ese oscuro lugar que hay dentro de ustedes, decidir si se quedan en la cordura, o si se atreven a llegar a la demencia, o si por el contrario ser solo un término medio entre la cordura y la demencia.


FIN.