Rodeada de personas, gente, seres, cada uno en su mundo propio, ahondando en sus pensamientos, perdidos en el limbo, abstraídos, incluso abstractos, o al menos así los veo. Juegan a ser alguien, usan rostros a su antojo dependiendo de la escena y del cliente, ríen, lloran, cantan, discuten, gritan, como en una eterna obra de teatro sin fin, simplemente actuando de acuerdo a la situación. Van todos grises, confundiéndose con el asfalto y el concreto de la ciudad, sin ver, solo miran, sin escuchar, sólo oyen. Caminan en diversas direcciones sin saber a donde van o de donde vienen… y yo los veo, observo detalladamente como andan por la vida ausentes de ella. Una rutina, esa es generalmente la razón de su existencia vacía y sin color. Tiempos exactos malgastados entre relojes que los mantienen presos de una vida, de un horario, de una hora para reír, de media hora para comer, de cinco minutos para amar. Van a iglesias a golpearse el pecho para poder salir a criticar al de al lado, pero aseguran que son perdonados por un ser supremo que no representa otra cosa que su conciencia, inexistente en la mayoría de los casos. Vidas muertas entre sueños sin cumplir que se evaporan con cada día que pasa.
A veces me detengo y observo a uno solo… detalladamente… veo como mira el reloj mientras camina apresurado entre mares de personas, llevándose a una viejita por delante, la cual tambalea y le grita algo inentendible, lo cual ni siquiera oyó; luego pasa al lado de un niño tirado en la calle, sucio, que le pide dinero o comida… pero el ni siquiera lo notó, pues no quiere perder el poco tiempo que tiene… y allí es donde me digo que no están viviendo, porque para vivir hay que comulgar con el entorno, y eso es lo que llaman vida.
El maldito tiempo (aunque para mi resulta un ayudante) … siempre he pensado que no debería existir, a veces me estorba su presencia que me recuerda que hay límites para todo, algunos límites más pequeños de lo que quisiera, otros más grandes de lo que necesito, pero irremediablemente fuera de mi alcance.
Al final no me queda otra que reírme de ellos, de sus ausencias perennes, pues cada día que pasa estoy más dentro de sus vidas…
Atentamente…. La Muerte.
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