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Encantamiento o designio

El señor Miracelles -dueño y señor de la Comarca de los Sueños-, se juramentó a eliminar de todo ámbito juegos, luces y distracciones varias... y aduciendo ante sus superiores, dioses paganos, que los habitantes de tan curioso territorio desviaban muchos recursos en la improductiva labor de recrearse en fantasías que no aportaban nada, castigó a los irresponsables que se jactaban de vivir como las aves, libres y siempre en vuelo, a habitar oscuras mazmorras, hasta que sus mentes aposentasen su borra inconsecuente... y arrepentidos regresaran al mundo como laboriosos y fecundos autómatas del trabajo.
Quiso Ulzuar, el menos pagano de los dioses de Miracelles, crear un infernal tormento para su prosélito: una pesadilla que tuviese los atisbos de un juego; pero con los resultados de una tortura, cruel castigo para él, que imponía a su vez silencio a las risas y cobijas de acero para esas almas sencillas...
Amaneció pues el soberano, desvelado por fragores y sintiéndose enfermo caminó hasta su mesa en donde un néctar sagrado le esperaba. Ello le restituiría su poderosa fuerza para poder imponer sus condiciones. En eso pensaba... Cual no sería su sorpresa, combinada ésta con el miedo, cuando al reflejarse en un grandioso espejo pudo contemplar al más horroroso monstruo... “Llamaré a mis lacayos para que me traigan al mejor curador de la comarca y... ¡ay de él si no consigue devolverme mi fisonomía de Rey en ejercicio!” se dijo. Al mirarse de reojo en el espejo un horrible monstruo le sonreía.”¡Que acudan todos mis doctores o los degüello de inmediato!”, dijo furioso mientras su rostro ya era una gárgola colérica, patética y espantadora. “¡Por favor, sólo uno que venga a mí, solo uno, lo ruego y por mis dioses lo imploro!”
Pronunciadas estas palabras, la gárgola se apagó y en su lugar apareció el rostro de un doncel pero la furia arreció, el monarca perdió la paciencia y reflejada en el espejo la gárgola renació…


El hombre dominado por la Bestia, un caso típico de los oscuros tiempos, en donde los vicios superaron con creces a aquellos nobles valores que impulsaron algún día a formar una nueva era.

La Bestia por fuera un noble doncel, un caballero de fina estampa, con la galanura de su estirpe y la labia de un trovador; por dentro un ser abyecto y despreciable, repugnante a la vista ...más bien parecía un enano con las extremidades lampiñas y fofas, y que constantemente escupía y vomitaba mentiras e infamias.

Cuando los Dioses oyeron el lamento del Soberano y comprobaron el terrible castigo al que lo estaba sometiendo el terrible dios Ulzuar, dialogaron entre ellos...algunas estrellas se apagaron, y decidieron enviar a quién sería su salvador... la liberación estaba por venir, y para ello se escogió a quién tuviera el alma pura, a quién creyera en la buena voluntad y cuya inteligencia emocional fuera capaz de enfrentarse al más despreciable de los seres sin doblegarse.

Los sucesos ocurrieron la tarde en que una errática tormenta escupió a la Primavera... un manojo de nubes negras tomó por asalto al cielo... esa era la señal que los dioses esperaban para que Sandor (su elegido) se enfrentara a la pesadilla en la que se había convertido Miracelles. El objetivo era robarle la maldición que le había convertido en lo que era...o al menos eso es lo que pensaban los dioses, que nunca habían indagado demasiado en la oscura naturaleza de Ulzuar...
La Bestia –antaño Miracelles-, aguardaba con su apariencia de rey sentado frente al espejo; pero éste devolvía la imagen del Indeseable. Sandor se acercó con cautela, sigiloso como un gato, con el corazón al galope y el sudor mojándole la frente.

La Bestia realizó una extraña maniobra: con rapidez y astucia dio un giro veloz, quedando cara a cara con el guerrero... o más bien la cara del guerrero quedó enfrentada a las dos caras de la Bestia: la de doncel y la de gárgola. Nada pudo hacer, Sandor, que permaneció hipnotizado por la voz del doncel y por los profundos ojos de la gárgola... estaba perdido, todo había terminado, le habían robado sus sueños...y la imagen onírica de los dioses que había sido Sándor, se esfumó.

Un relámpago rasgó la urdimbre negra que era el firmamento, cuando el Dios de las Tinieblas Quebradas, el terrible Ulzuar, apareció frente a Miracelles. Se encontraban en la torre de la aguja negra, y allí, en aquella habitación esférica, vieja y a más de quinientos pies de altura, entraba por un estrecho ventanuco todo el frío escarchado de la venidera mañana.
Ambos se miraron sin pestañear. El Señor de los Sueños comprendió que se encontraba frente al urdidor de sus desgracias... Pasados unos instantes, el señor Miracelles contrajo su malhadada expresión de gárgola y preguntó a aquel Dios el porqué de su castigo. “¿Qué mal os he hecho a vos, Dios predilecto de la noche negra e insondable?” le preguntó cabalmente, si bien en presencia del terrible ente sus latidos aumentaban y sus ojos sentían la negrura en todas sus dimensiónes...

Entonces “habló” Ulzuar...

Al hacerlo, aparecieron los demás dioses.

Y esto es lo que el escriba Dalag, de los tiempos del Rey de Ca´a, escribió acerca de lo que dijo aquel terrible Dios:

“-En la naturaleza de las cosas, reside su poder, Señor de los Sueños. Y nosotros, dioses u hombres, debemos respetar la tela de araña existencial, las capas de cebolla a través de las cuales viajan los sueños de la existencia. Debería saberlo, Miracelles: negar o intentar oscurecer lo que por naturaleza debe permanecer con luz es errar contra la misma Vida. Y contra el Universo.
Te he perdonado, pues pensé en destruirte...Pero parece que buscar sustituto cansa mi mente y después de todo el susto parece haberte enjuiciado. No olvides jamás lo que digo, pues si al hacerlo perecieras víctima de tu propia arrogancia, no volvería a darte otra oportunidad. Recuerda: la naturaleza de las cosas obliga su permanencia en el equilibrio del mundo...no oscurezcas la luz, porque no PUEDES HACERLO...”

Y así termina el relato del Señor de los Sueños, tal como lo vivieron los habitantes de S´lidef, en las cordilleras más allá del mundo de los mortales...Pero se dice que sus habitantes siguieron viviendo libres como las aves, libres y siempre en vuelo, y que algunas llegaron hasta el mar de Dum- sea, y que el Dios Ulzuar los convirtió en gaviotas...

Eso dicen...


Texto agregado el 18-11-2004, y leído por 133 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-11-2004 Original, fantástico, entretenido, interesante y muy biencontado. Un saludo de SOL-O-LUNA
19-11-2004 Un cuento fantástico, pura miel sobre hojuelas...me encantó yoria
18-11-2004 Divertido y fantástico. El bien siempre gana. Un abrazo a los tres graju
18-11-2004 Interesante y muy entretenido. Felicidades. Monelle
 
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