Mórbido el momento en el que he experimentado tu presencia; tan agria, tan dulce, pero tan incomoda. Te veo, te observo y te recorro; no con la mirada pero con el sentimiento, con el pensamiento, con el sentido; sintiendo ofuscación, asco, y hastío impreso en cada centímetro de mi piel, de mi alma, de mi mente, de mis ojos vidriosos.
El pesar ofensivo esta presente en tus movimientos, en tus respiros y suspiros que inundan el momento circundante de compartir el ambiente; se presentan como grilletes y solicitudes agresivas hacia mi, queriendo invadir el sentimiento perdido y encontrarlo cual crío extraviado, sacarlo de la nada, rescatarlo de la suciedad, limpiarlo con tus manos de mujer. No quiero, no lo deseo; tal vez pretenda ser salvado pero no por tu mano, ni por tu deseo vil que ahora me llena de veneno, de irritación emocional, de tu emoción rencorosa que como plaga me quiere exterminar. Me rehúso a aceptar ese vejo amargo en mi, me niego a presenciarlo y a ser testigo de tu metamorfosis etérea que te ha envuelto en un escudo tan frágil como tu misma confianza y tu misma seguridad impía que siempre te traiciona y traicionara. No se por cuanto tiempo seguirás ahogándome en esa barbarie que esta impresa en tus sutilezas queriendo enclaustrarme en las paredes de concreto de la divinidad maldita que te invade, que es espejismo vago de tus ojos mordaces, de tu alma traicionera, de tu vida vengativa y que de tajo me ha matado y consume lo poco que permanece de mi humanidad.
Ten en cuenta que con alas malditas he nacido, que con alas malditas he recorrido esas planicies que me han atacado sutilmente y agresivamente, ten la seguridad de que la acción correspondiente al grito mudo me trasladará a la mundana venganza apócrifa de tus palabras sucias, de tus actos viles, de tu deseo oculto, de tu sagrado hechizo.
Obligado por la presión el territorio ha sido delimitado, no hay más placer, he perdido el corazón. Corrompido por la memoria, la última hora fatal se acerca. Guarda tu distancia, el camino llega hasta aquí, hay sangre en tus dedos; has traído tu miedo.
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