Un río de espuma baña mi mar salvaje,
se pasea lentamente a través
de las sombras del pasado,
sombras desgastadas que inculcan
la desilusión a los sueños frustrados...
Pero cuando el amor habla tan adentro,
descifrando enigmas enclaustrados, sin motivo,
las razones no bastan para contener
el estanque de sueños que dejaron de existir...
La magia se dibujó en tu sonrisa lejana,
su latir se instaló en mi existencia, demasiado
vacía como para no retener su ritmo...
Y supe que mi gran verdad la traía
un pétalo de tu alma desgastada, cansada,
herida, tal vez..., vanamente amada,
efímeramente comprendida,
vulgarmente custodiada por centinelas inseguros
que demuestran sus razones para retener
tu alma libre, que sólo llega a soñar su libertad...
Para un alma viva, es inconcebible
que amar tome una forma tan opaca
dentro del fluir de la vida, que no se percibe...
Y la decepción se instala en el alma de cristal,
y se refleja, silenciosa, cuando invade
las esperanzas rotas, y la monotonía
te convence de que la tibieza es la tranquilidad,
y el hechizo sólo lo rompe el fluir de un alma viva
que simplemente te escucha sin necesidad de oir,
que percibe a tu alma haciendo oídos sordos
a la gastada dignidad de tus agradecidas palabras...
La condena cesó cuando tus ojos me miraron
y conseguí vislumbrar mis sueños en ellos,
sueños que jamás antes existieron y, aún así,
nunca dudé de su escondida existencia...
Un día vi brillar una estrella, y además me sonrió,
se abrió la puerta del sentir universal
y el amor existió sin agradecimientos,
muy dentro, con el latir de la verdad absoluta,
con la pasión de la magia recién concebida,
con la absoluta inseguridad de estar viva,
con la única duda del miedo a la verdad...
¡Maldito miedo! Bendito camino hacia el fluir...
Mi alma se despojó de sus dudas
planteándoselas todas, mi universo
quedó en silencio de voces mudas,
mis grandes metas quedaron vacías
ante mis ojos desnudos...,
y tu efímera sonrisa siguió poblando
mi aldea desolada...
Sin saberlo iluminaste mi oscuridad,
como si mi alma reconociera el latir de tu mirada,
me transmitiste tu miedo pero también tu verdad,
y cerraste los ojos cuando tus dudas hablaban,
y me diste la oportunidad de existir
que tú aún no te habías dado...
Tu dolor me dijo que me quería,
mi alma estuvo dispuesta a entregarlo todo,
sin más, sin ni tan siquiera consultarme...
Decidí darle la libertad que tú no le dabas,
decidí darle la luz que no te iluminaba,
y cambié el latir de mis días por la verdad
de los instantes completamente sentidos...
Inundaste mi vida de la verdad que buscaba
arriesgando la tenue luz de tu desilusión...
No hay mayor grandeza
que saber dar lo que se tiene,
simple y llanamente...,
la verdad de nuestro máximo dolor...
Y todo me parece efímero
cuando tu alma me sonríe...
(Gracias por confiar en mi alma y en la tuya).

(05/08/03)