| Muerte que me miras y me sigues Siempre con tu boca seca y enredadas crines
 Y cuando logro olerte, te fugas o te extingues,
 Ven a buscarme si quieres, muerte, no te temo
 Ni palidece mi rostro ante tu aura oceánica,
 Porque no es para mí la vida orgánica
 Mas grata que la promesa mesiánica
 De una vida libre y pura de todos los velos.
 
 Vivir y explorar la vida como una historia
 Que va cantando el presente a la lenta memoria
 Como un recuento de imágenes transitorias;
 Sería convertir la vida en un falso carrete
 Donde se hilan recuerdos y guisos de hechos
 Sin trascendencia alguna, como los helechos
 Que nacen sin tierra sobre los techos
 De los ranchos de vida, que buscas, muerte!
 
 Se necesita de otro sentido para apreciar lo vivo
 Uno con una lengua atemporea y salvaje
 Privada de toda alcabala del pensamiento,
 Para poder hablar de lo que ya esta extinto
 Y saber a donde conduce nuestro largo viaje
 Que siembra y cosecha los sentimientos.
 
 Porque, si eres tú, muerte, el fin de la existencia
 No me importaría saber si todo se termina
 Pues al final de mis días, tendré en la conciencia
 La seguridad de que te he robado el sabor de la vida.
 
 Y si he de regresar al polvo, al polvo regreso
 Con la certeza de que si tu existes, yo también existo,
 Y podrás ser tú la dueña de mis huesos
 Pero yo soy el dueño de mi sino.
 
 Ya verás que al robarte mi último suspiro
 Arderá la llama de mis ojos vivos
 Y no será mi esencia la que veas vencida,
 
 Porque mi último poema será para el mundo
 Un clamor y convite al sentir profundo
 Bañando de fe mi terrible Lira...
 
 
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