- aminoro el paso, ellos me siguen-
Aminoro el paso, ellos me siguen.
Cada mañana, mis palabras quedan flotando en el aire no se por cuanto tiempo; acariciando sus rostros jóvenes; a veces, desprendiendo furtivamente la sonrisa de sus labios.
Cada mañana, mi tiempo vuela hacia atrás, y estoy ahí, entre ellos, con mi pantalón blanco, y mi
camisa blanca, y mis zapatos blancos, y mi sonrisa blanca.
Cada mañana, con mis hermanos y mis mayores; a veces escuchando atento, a veces. A veces , no tanto.
¿Has pensado en el tiempo que se fue?
¿Qué fue de las angustias, que te hirieron un rato?
Cuando la noche venia cabalgando en un muerto.
Cuando tus pasos aceleraban los latidos del corazón.
Cuando el cansancio te obligaba a permanecer despierto.
Cuando la ansiedad te sugería pelearle el bisturí, al hermano.
Cuando leías al maestro y él te obligaba hacer lo contrario.
Cuando pensabas en un pan, mientras reanimabas al muerto.
Cuando te escondías de la mirada furtiva, y la
furtiva mirada te encontraba.
Cuando reías, ajeno a lo que pasaba en este mundo.
Cuando limpiabas de sangre tus manos, para
acariciar a la joven de al lado (sí, la
mirada furtiva).
Cuando despertaste y viste que nada había cambiado, porque todo había cambiado.
Cuando te alejaste buscando cosas nuevas y supiste que viajaban contigo.
Cuando sonreías frente al espejo y tu reflejo no lo hacia.
Cuando la oscuridad vino a tu alma por primera vez.
Cuando comprendiste que la conciencia también se mancha.
Cuando extendiste tu mano y la mordieron.
Cuando impotente llorabas tierra adentro.
Cuando escuchaste: “no importa lo que hagas” y entendiste: “que si importa “.
Cuando auscultabas el cuerpo de un paciente y lo que tenías que auscultar era su alma.
Cuando buscabas afanoso la risa del niño y sólo hallabas llanto.
Cuando consolabas a la madre y eras tu quien debía ser consolado.
Cuando te recostabas y maldecías a Dios, por haberte regalado este Don.
Cuando te burlabas de tu amigo que estudió economía.
Cuando estabas solo, ni siquiera contigo mismo.
Cuando veías el cadáver con quien te habías confesado.
Cuando buscabas a Dios y no hallabas aquel milagro.
Cuando renegabas de Dios y el milagro se hacía.
Cuando dejaste de pensar en el tiempo y por fin pasó.
Cuando despiertes y como Yo, ansíes volver atrás.
Cuando despiertes y como Yo, aminores el paso
…De mis “cantos de hospital”
México, DF.
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