Reto 17
El circo)
Llegaron a aquella aldea remota una tarde de verano. Estacionaron los carromatos en una explanada de las afueras. En pocas horas tuvieron instalada la precaria carpa. Dos de los artistas, el poeta saltimbanqui y el hombre orquesta, recorrieron al anochecer todas las calles para anunciar la única función, que tendría lugar al día siguiente a la hora de la siesta. Nadie salió a su encuentro, aunque chirriaron algunos postigos.
Dedicaron la mañana entera a los ensayos. De entre los miembros de la menguada compañía, destacaba por su belleza una joven bailarina que, descalza y vestida con un tutú, hacía equilibrios, sosteniendo en su mano derecha una sombrilla azul, sobre un cable tendido a escasa altura entre un árbol y un poste de la electricidad. Un viejo perro lobo la miraba desde abajo y, a cada paso que daba, lanzaba un aullido.
A la hora señalada, en la pista estaban sólo los artistas, mirándose perplejos. No acudió ninguno de los vecinos. Éstos no celebraban fiestas ni asistían a espectáculos desde que, varios años atrás, se instaló allí mismo un circo y, durante la función, el mago hizo desaparecer a todos los niños, un segundo antes de esfumarse él mismo.
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