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Perennemente quedará grabado su rostro en mi memoria... La escucho gemir, intentando gritar ¡Auxilio! Y sus ojos hundidos en lágrimas, que no dejaban de mirar los míos... reflejaban desespero y odio... Su cuerpo, subyugado por la angustia temblaba, como si supiera que serían sus últimos segundos.

Viernes, 13 de Agosto.
Desperté tarde, y hasta me sentí alegre por no tener que lidiar con el alboroto matutino de ese miserable lugar. Me apresuré a la ducha y después paseé desnudo por la sala. ¡Sólo buscaba un lugar para mi intimidad! Donde desahogar mis inquietudes. No conocía bien mi cuerpo, apenas podía mirarme al espejo... Cuando lo vi llegar, busqué cubrirme con mis manos... estaba desnudo, recostado en el sillón. Me levanté y corrí a mi habitación. Sus gritos marcaban mi paso: ¡Degenerado Sexual, Miserable Rata! Y algunos vidrios alcanzaron a cortar mis pies... Me dejé caer a un costado de la cama y esperé...

“Cerca del arcoiris, caminaré... buscando un tesoro, que encontra....”

Los golpes en la puerta interrumpieron mi canto. Me incorporé... ¡Era mi mamá! Sentí alegría... No pude contemplar su imagen porque me derribó con un golpe de indiferencia. Tras ella entró Ana, y al verla me llené de rabia... tomé su pequeño cuerpo con mis manos y la arrojé lejos de mí y de mi espacio... la pequeña quedó asustada en los brazos de mi madre que corrió para protegerla. Sentí dolor en mis heridas, pero más dolor causaron las palabras de esa mujer... ¡Inmoral, Enfermo...! Lloré, acompañado únicamente de la alfombra bajo mi cuerpo. Cayó la tarde y al brillar las primeras estrellas, egresé de casa con dirección al olvido. Mientras caminaba, eludía pensar en Ana, Claudio y mi mamá... Y al ahuyentar todo recuerdo de ellos... me sentí invulnerable. Ninguna palabra de desprecio me disgregaría del armazón que acababa de adoptar. Regresé al edificio, y cuando intenté entrar descubrí que mi llave no abriría nunca ese cerrojo... Desprotegido, y con harapos que no cubrían el frío, me recargué en la puerta y lentamente deslicé mi espalda hasta quedar completamente en el piso. No sé si pude dormir, apenas sentía mi cuerpo helado...

Sábado 14...

Salieron los vecinos por la mañana y a pesar de la tan difamada imagen que han creado sobre mí, vi en sus ojos compasión... Me regalaron un té, y sin poder decir nada, sólo agaché mi cabeza y desvié mi mirada... Era un Gracias discreto, ante tan laudable Gesto.

Mi espalda se fue hacia atrás cuando abrieron la puerta y caí a los pies de Claudio, que no despreció la ocasión para patearme la cara. Pasaron los tres a mi lado, era cruel ver que su mala forma de tratarme, no causaba la menor discordia entre ellos. Antes de que se cerrara la puerta, logré interponer mis dedos. Me acerqué a la cocina, donde aún se sentía el calor del fuego con el que prepararon el desayuno. Tomé las sobras de una cacerola sucia y las deposité en mi boca. Saqué de mis bolsillos un sobre con polvo blanco y lo aspiré todo... Me quedé dormido junto a la estufa, y desperté por un grito de Claudio en tono Beligerante al verme drogado. ¡Ya no toleraría más! Lo tomé del cuello, y después lo arrojé con todas mis fuerzas... rodó por las escaleras y se golpeó la cabeza con el sillón. Mi madre se recargó en su pecho, buscando alguna señal de vida. Ana no estaba. ¡Había perdido por completo el control sobre mi ser!. Me acerqué a ella, que yacía temerosa junto al cuerpo de mi detestable padrastro... La tomé por el cabello, que alguna vez acarició mi rostro mientras dormía y dirigí un puñetazo a su nariz. Me golpeó con un florero, que logró asar... pero fue inútil. La lancé contra la pared, y escuché cómo su nuca rebotó. Cayó ligeramente y me acerqué a ella... Tapé su boca con una mano...

Aún la escucho gemir, intentando gritar ¡Auxilio! Y sus ojos hundidos en lágrimas, que no dejaban de mirar los míos... reflejaban desespero y odio... Su cuerpo, subyugado por la angustia temblaba, como si supiera que serían sus últimos segundos.

Inserté dos, tres, cuatro veces mi navaja en su cuerpo... hasta que su misma sangre hizo que resbalara de mi mano. Me levanté y contemplé mi obra. Comencé a reír con lágrimas que fluían de mis ojos. Entendí que había demorado mucho en hacerlo... Abrí la ventana y salí por la puerta trasera... con la playera rasgada y empapada en sangre. Descubrí las miradas de toda la gente en la calle, posándose en mi persona... y a lo lejos, vi el auto de los abuelos de Ana acercándose al edificio... ¡Pobres, no sabrían qué nomenclatura dar... ni cómo explicar lo que había ocurrido!

Me oculté bajo un arbusto, y decidí descansar... escuchando el ulular de las sirenas que ya eran frecuentes en mi barrio. Recordé la escena y me cagué de la risa, como no había reído nunca después de que murió mi padre...

Desperté en un cuarto oscuro, que olía a humedad y a vómito. De inmediato me incorporé y sólo pude observar las rejas frente a mí y otra serie de cuartos similares a mi alrededor. Sí, en la cárcel...

Lunes 15 de Noviembre
¡Llevo más de un año en esta maldita alcantarilla! Mi cargo: Homicidio. La gente en los juicios no se cansa de arrojarme ofensas y hasta disfrutan de llamarme: Matricida.
La semana pasada, Claudio lloró frente a todos mientras declaraba. Disfruté mucho al verlo sufrir...
Ellos no saben que era inexcusable el mal trato hacia mi persona... ellos no han sabido la miserable vida que llevé. ¡No entiendo por qué me castigaron con la vida! Sólo sé que al fin hoy, me dejarán descansar con la muerte...

Mi sentencia: La Silla Eléctrica, Lunes 15 de Noviembre...

::.meliheracu

Texto agregado el 16-11-2004, y leído por 167 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
16-11-2004 Trabajar a un personaje masculino requiere de cierta habilidad, aqui no te quedo mal. La narrativa es aceptable, ya vendra el texto que nos deje boca abiertos a todos y a todas. El Cuento de suspenso siempre es complicado. Buen tema, como para trabajarlo a largo plazo. Saludos. Agustin. salvatiere
16-11-2004 Impresionante, no se puede dejar de leer...muy bien yoria
16-11-2004 Me encantó... Me mantuvo pegada al asiento... NemesisAmante
 
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