Pedaleaba bruscamente como un loco enfurecido, los nervios no lo dejaban en paz, ni tampoco coger bien el equilibrio en su bicicleta de canasto, pero aún así seguía pedaleando insistentemente, pareciendo que se estrellaría con la cuneta.

Avanzaba por las calles que estaban en penumbras y totalmente ausente de civiles. A pesar de la densa oscuridad que persistía en las calles, sus ojitos pequeñitos le ayudaban a defenderse en el camino de los diferentes objetos que estaban tirados, había basura por toda parte y toda clase de objetos contundentes.

La revolución había estallado no hacía mucho tiempo, los militares se habían adueñados de la capital, especialmente de algunas esquinas estratégicas.

Donde quiera se veía un grupo de guardias bien armados revisando todo lo que pasaba por su lado, no importaba quien fuera, ni cual fuera su apariencia, era una revisión sin distinción de personas.

El chinito continuaba en su bicicleta recorriendo la ciudad, estaba totalmente sudado a pesar del fuerte frió que hacia, pero llevaba prisa aparentemente, tenia que cumplir con una importante misión la cual era una obligación de estado.

Llevaba en el canasto de su bicicleta un objeto dentro de una funda plástica negra, no se podía identificar el contenido de la funda pero era un objeto notorio.

La llegar a la cabeza del puente Duarte el cual estaba totalmente militarizado, los guardias al verlo en la bicicleta a lo lejos, de inmediato se pusieron en alerta esperando que llegara el sujeto, desde que llegó un cabo del ejercito nacional le preguntó con una voz muy ronca:

-¿para donde va?

El chinito sin pensarlo y con su español muy mal hablado de inmediato respondió:

-a mi casa señor.

El cabo volvió a preguntar:

-¿qué carajo lleva usted ahí?

El chino se asusto en demasía y se puso a calcular su repuesta y
pensó: “¿cómo se lo digo?, sé que me van a matar desde que pronuncie la primera palabra, sé que no me van a dejar a terminar la frase”.

El soldado muy molesto por el silencio del chinito le volvió a preguntar pero esta vez con un tono diferente, con rabia en sus labios y el chino se vio obligado a responder algo y le dijo:

-mire señor, en mi casa hay muchos moquitos y mi esposa esta en estado de embarazo.

El cabo totalmente enojado lo interrumpió bruscamente y le dijo:

-pero carajo y es que no tiene nombre la jodienda que usted lleva ahí en el canasto envuelto en la funda.

El chino se le aflojó las rodillas y muy nervioso le respondió al guardia:

-señor eso solo es una flit.

Al guardia se le estaba agotando la paciencia y le preguntó una vez más:

-¿y que carajo es un flit?

Pero el chino no sabía que contestar y solo repetía que era un flit y hacía gestos con las manos tratando de describirle el objeto hasta que el cabo tomó la funda y saco el sospechoso objeto y le dijo a los otros guardias:

-ahhh ombe, es una bomba flit para fumigar mosquitos.

El guardia con el rostro totalmente cambiado volvió a preguntarle al chinito quien ya había empezado a respirar:

-¿y porque usted no me lo dijo desde un principio y nos hubiéramos evitado esta perdida de tiempo?

El chino machucando el idioma le dijo:

-por no saber casi español.