Si miras hacia el cielo esta noche veras una estrella, una estrella grande y luminosa, Azul es su color y blanca su alma. Todas las noches despierta para alumbrar a aquellos que caminan noctámbulos y que solo en sueños viven dentro de un cuento de hadas.
Así es ella, la brujita que vive en la cima de la noche. Vestida de ilusiones, todos los días recorría el camino que la llevaba hacia lo más profundo de su alma, caminaba un pequeño tramo desde su pensamiento hasta sus dudas, pasando antes por el odio y la alegría. Luego giraba a la derecha unos pasos y llegaba a su corazón, donde su trabajo comenzaba con paciencia. Era la dueña de una gran fábrica de sueños y chocolates, bueno no solo la dueña, también era la cocinera, la empacadora y la mensajera con quien todo su universo de dulce y fantasía era entregado a sus hechizados pero numerosos clientes.
Ellos eran solo pensamientos de lo que el día de mañana serán. Vivian en un mundo alejado de toda perfección, por lo tanto eran perfectos. Lo hacían todo bien, incluso el mal. Hasta sentían, y no es carreta, sentían, sentían el dolor, el amor, la tristeza y la alegría, el vacío y la fuente que los llenaba.
Felicidad era su receta, una receta que ha pasado de generación en generación, donde toda su familia, la luz y la oscuridad, ha estado y por donde estamos destinados a pasar. Al iluminarse la noche, ella enciende la hoguera, coloca el caldero a calentar y un poco de agua a hervir para luego comienza su proceso de elaboración. De un frasco azul, toma una cucharadita de cielo y la esparce en el agua. Ahora abre un envase Verde de donde saca ojos de esperanza, de otro naranja saca ancas de alegría, del gris, días de tristeza, del blanco noches de soledad, del negro gotas de odio y sufrimiento, y del rojo Dolor y lo mas importante Amor. Ya combinado en un polvo de color dorado, lo vierte dentro del caldero y aviva el fuego para que el calor intenso los mezcle de manera que sean uno y solo uno.
Es así que más tarde lo deja enfriar para moldearlo con sus manos las cuales espolvorea con un poco de sabiduría y confusión para después dividirlo en pequeños cubitos y llevarlos a la nevera. Ahora y tras de un día de espera, los saca de aquel congelador en donde sus jugos se han concentrado y el sabor ha nacido. He ahí su resultado, cubos de cristal iluminados por estrellitas en su interior, es aquí donde tu vida se refleja, se derrite de dulzura y se pierde en un mundo de sueños.
Cierto día, cansada y agotada de tanto trabajo y esfuerzo, y al ver que nosotros somos tantos, tantos que soñamos y que vivimos, decidió utilizar sus pócimas para esparcirse y regarse en el cielo.
Es por eso que si miras al cielo seguro la veras, porque es ella la que se refleja en tus ojos, es ella la que esta dispersa en aquel manto negro y que por pequeños destellos regados te iluminan las noches.
Ay una luz, una estrella por cada uno de nosotros, que trabaja para nosotros, que nos brinda alegrías y tristezas, abrazos y llantos. ¿Ya encontraste la tuya? |