El momento de sentir tu piel se hace presente cuando esta roza mis movimientos con un escozor dulce y entrañable al besarte, las miradas se entrelazan como en una lucha por la vida de cada cual; esta es sangrienta, sangre y rosetones son petrificados por el aliento eximio que se hace único al tomarte entre mis alas de odre que tocan delicadamente tus alas de seda.

Mirarte se traduce a la falta de aire que se presenta con el redoble de mi alma que sugiere escapar por mis cuencas oculares e incrustarse en tu vientre alucinante.

El acto más miserable de la capacidad que se entiende por sombras, por borlas que se unen a tus brazos, a tus piernas y que me alimentan, se hace un hecho perpetuo que me hace gritar y llorar, berrear de la emoción que es alarde, que se atañe en un movimiento musito y cadencioso.

Las estrellas presentes aúllan su presencia en existencia ambigua, las bestias callan y suspiran en una escena de frío y niebla; y tú, descansas en mi hombro con la mirada hundida dentro de tus parpados, durmiendo y soñando…Esperas a que te camine, a que te viva en sueños; tal y como hago en vida.