Micro 330
Siempre despertaba una cuadra después, y gritaba desde mi asiento en la micro. Era algo natural, tantos años haciendo el mismo viaje de ida a mi trabajo. Podría contar tantas anécdotas sobre mis recorridos, pero me las he perdido todas, claro, porque me quedo dormido en cuanto la micro se pone en movimiento... Pero al despertar siempre me pasa lo mismo. Esa mañana todo fue igual, vivo en la población San Rafael en la comuna de La Pintana, sin embargo para mis jefes, vivo en San Miguel, debo mentir para que me acepten en la pega. Trabajo como vendedor de autos 0 Km. Y debo tener una imagen de clase media. Por eso me bajo dos cuadras más allá de donde podría bajarme, así hago creer que vengo del metro, incluso paso a la estación a buscar el diario gratuito que reparten en la entrada. Si contara que mi domicilio se encuentra en La Pintana, en una población periférica de Santiago, no habría podido ni siquiera llegar a la entrevista inicial.
Como decía, esa mañana, todo fue igual, subí a la micro, me senté y me dormí. Me despertó un zangoloteo, parecido al que hacen los aviones ante una turbulencia, pero sin duda se trataría de un hoyo en el camino, junto a mí una mujer joven tecleaba frenéticamente un pequeño computador de esos de viajero. Nada más fuera de lugar, considerando que viajaba en una micro amarilla, entreabriendo los ojos podía observar sus manos delgadas y largas, me llamó poderosamente la atención, esas panty medias que llevaba, con pantalones del tipo formal, pero extremadamente cortos, a mitad de muslos. Las pantys se veían como si fueran de metal, pero muy delgado y presentaban orificios como del tamaño de una moneda de 100 pesos, que dejaban ver la piel más blanca y suave que hubiere podido imaginar... cerré los ojos, el ruido del motor era más agudo y suave, el murmullo de la gente no era tan alto, definitivamente me sentí un poco extrañado, ví mi reloj, decidí dormir otro poco. No pude, con los ojos cerrados, pero lo suficientemente entreabiertos, para ver a mi compañera y aparentar que seguía durmiendo, su computador no tenía pantalla ¿pero cómo... no tiene donde ver números ni letras? Y sin embargo, ella tecleaba... entonces se detuvo, llevo su mano derecha al pecho, subí mi vista, llevaba una chaqueta de plástico, creo que era plástico muy delgado, de color rosa y totalmente transparente. No pude dejar de ver sus pechos desnudos bajo esa chaqueta, de pronto me di cuenta que no estaba soñando y que algo pasaba ¿de dónde había salido esa mujer? Por la ropa que tenía no parecía venir de una población, ¿pero cómo andaba con este frío de principios de septiembre, con ropa tan delgada y transparente?. Un sudor frío comenzó a cubrir todo mi cuerpo, se me erizo la piel, esta mujer, aparte del hecho de estar casi desnuda, era bellísima... sin mirarla directamente decidí abrir los ojos y despertarme, me enderece y vi los asientos que tenía adelante eran un poco más alto de lo que yo recordaba, y todas las cortinas a ambos lados estaban cerradas, estas eran un poco más brillantes, pero no parecía nada raro, hasta que casi me da un infarto, no podía creer lo que veía ¿cómo me cambié de micro?, esta parecía uno de esos buses interprovinciales, pero con los asientos sin brazos y más bajos, más espaciosos, en realidad parecía un carro de metro... de no ser por el chofer que vestía un uniforme azul y una gorra parecida a la que usan los guardias de bancos, podría haber afirmado que me había equivocado y me había subido, en alguna parte del trayecto al metro, pero ¿cómo había llegado hasta allí? Había un par de personas sentadas más adelante, también andaban desnudos, sólo tapados con esas casacas de plástico, me fijé que eran como esos cortavientos pero con unos cuellos exageradamente altos y tiesos. A mi costado izquierdo,( yo viajaba junto a la ventana) más allá de la joven que sentada a mi lado seguía tecleando, iba una mujer un poco más mayor, también con el cortavientos transparente, que más que plástico parecía vidrio muy flexible, no sé como definirlo. No llevaba nada bajo la chaqueta y extrañamente tenía el mismo peinado que mi compañera y sus pechos eran igual de jóvenes, sin embargo su cabello teñía algunas canas y su rostro era hermosamente treintón, de pronto me miró directamente a los ojos, como si hubiese sabido que le estaba examinando, me sonrojé y desvíe mi vista inmediatamente, me había sorprendido observando sus senos. Al cambiar la mirada, me di cuenta por primera vez en el camino por el que iba la micro, una calle color café, con un pavimento tipo de tierra, pero no era tierra, pasamos por un paraje con altos edificios... todo esto me mareó...
No conocía esta micro, ni los edificios, las cortinas corridas y esta gente era muy extraña. Empecé a sentir miedo, cerré los ojos,-“estoy soñando”- me dije... pero el ruido del motor estaba ahí, el tono de las voces que venían de atrás y el tecleado de mi compañera de asiento seguían. Abrí los ojos, pude constatar que el computador no tenía pantalla porque la imagen era en tres dimensiones y estaba en el aire flotando a la altura del rostro de la joven, casi imperceptible.. pero ahí estaba.
No podía más, tenía que hacer algo, como vendedor no podía cohibirme en una situación así, miré por sobre mi hombro hacia la gente que estaban en los últimos asientos, ¡Dios mío! Eran dos señoras una muy mayor y otra no tanto, con dos niños pequeños, también vestían igual, pantalones cortos, medias metálicas y cortavientos transparentes de colores pero que dejaban ver sus torsos desnudos, los niños vestían solo pantys metálicas de colores y unos monos de material transparentes. Miré a mi joven compañera, ella me miró y sonrió, eran los ojos más negros que había visto jamás... le dije: -¿tiene hora que me diga?- me respondió, indicando la parte de atrás del asiento delantero –ahí está- habló. Claro, ahí estaba unos números que se movían como si fueran de aceite sobre el tapiz azul... 08:14:03 ...Lo que me dejó con la boca abierta fue el tono que uso la niña, parecía como la voz de esas que contestan el teléfono en algunas empresas.
–De dónde viene usted?- me preguntó, la pregunta me puso fuera de lugar...
–De mi casa- le contesté, me examinó por completo, le llamó poderosamente la atención mis zapatos, esperó mi repuesta y guardo el mini computador en un bolso que llevaba en el piso.
-Vengo de mi casa, tomé esta micro, creo que esta era la micro... me quedé dormido- ...era tal mi tensión que mi voz me salía quebrada-¿Qué es todo esto? ¿Usted sabe cómo llegué hasta acá?
-Ud. estaba ya aquí, cuando aborde el autobús a Nueva Santiago, ¿qué le pasa, se siente bien?, ¿No tiene calor con todo ese uniforme?
Comenzó a nublarse mi vista, poco a poco fui aceptando esa nueva realidad, ¡Dios mío!, no sabía qué me hacía poner más nervioso, si querer saber cómo había sido trasladado hasta allí, o al hablar con esta mujer, no poder ver directamente sus hermosos pechos que se movían con el vaivén de la micro y se agitaban con su respirar, quizá fue mi cara o mi ropa, pero me dijo:
-¿Quiere que le ayude en algo?
Al escuchar su voz sentía como una paz interior, como si me estuviera hablando directamente dentro de mí. Volví a avergonzarme, le iba a responder cuando me fijé que el paisaje había cambiado, en realidad no había paisaje.. no había nada..todo se había puesto negro, como si fuera totalmente de noche, pero más que eso, negro total. Me espanté tanto que sentí deseos de vomitar del susto y sólo atiné a decir: “¿qué pasa?¿Porqué se ve todo negro?” y rápidamente corrí la cortina de mi ventana, todo negro. La respuesta llegó por sí sola ...aparecieron unos números y varias palabras en un idioma extraño, como árabe, fue peor. Ya tenía conciencia de que no se trataba de un sueño, se trataba de otra cosa, a lo mejor una inducción... Pero no creo en eso y esta mujer que comenzó a hablarme se veía demasiado humana. Con el espanto de mi descubrimiento, que el parabrisas, todos los parabrisas, eran una sola pantalla gigante de computador, me perdí lo que decía mi compañera hasta ese momento.
- y esa ropa que usted lleva me indican que es extranjero del tiempo, ¿no es cierto?- me miró con su cara de muñeca, recién me percaté de su pelo, realmente parecía de muñeca, es lo más natural que he visto, pero al mismo tiempo lo más perfecto, como si fuera el cabello de un niño, peinado de tal forma que parecía una de esas muñecas caras.
- No le entiendo- respondí, demasiado confundido –dígame, esa ventana,¿es un computador?, ¿Qué es esto?, Parece una micro. Yo me subí a una micro 330, y despierto aquí, ...me esta dando mucha calor- ya no podía más, creo que las últimas palabras brotaron con lágrimas en los ojos, habían pasado apenas unos minutos y estaba al borde del colapso, ...no lograba entender qué pasaba...
- Pero eso es fácil, cierre los ojos, ahora diga: ”quiero estar fresco”- su voz, su mirada, me hicieron obedecerla, como si fuera un niño que espera su recompensa. Cerré los ojos, me dije “quiero estar fresco”. No pasó nada, abrí los ojos y le miré, ella sonrió, descubrí sus labios, rojos, pero ese rojo natural que se destaca sobre una piel blanca, tenía una piel muy blanca, con la boca me indicó mi pecho.
- ¡Qué es esto!- grité espantado, mi ropa había desaparecido y llevaba una chaqueta transparente color azul, pantalones cortos y las piernas desnudas, el calzado era una especie de calcetín, también como de plástico incoloro...
-“Tranquilo, Joaquín Eduardo”- escuché claramente, no sé cómo me calmé. Miré a mi compañera que me sonreía, el calor se me había pasado y me sentía muy cómodo. La angustia, después de escuchar esa voz casi dentro mío, fue desapareciendo lentamente hasta dejarme lúcido y tranquilo. La miré y le dije,
- ¿Dónde estamos?
- En el viaje de la segunda hora hacía Nueva Santiago- no pude responder porque la mujer de al lado se puso de pie y camino hacía el chofer, quedé mudo, era como estar en el escenario de un concurso de misses, alta de piel dorada y su pelo negro pero con algunas canas, su cuerpo escultural se movía cadenciosamente, la veía, a pesar de la chaqueta de plástico violeta, desnuda de la cintura hacía arriba, se detuvo al lado del conductor, aprecié su perfil, ¡de pronto comenzó a desaparecer!, igual que en las películas de ciencia ficción, nuevamente sentí, más que miedo, pánico. Vi a mi compañera, sus ojos negros le brillaban... le sonreí, no podía hablar, entonces me di cuenta que había aparecido nuevamente imagen en el parabrisas, íbamos por una calle larguísima, al final se podía ver la cordillera nevada, pero no había edificios, todo era vegetación baja... No recuerdo nada más, me despertó un grito, ...era mi propio grito, ...era yo corriendo por el pasillo desocupado para bajar de la micro amarilla que ya se detenía.
He tenido otras anécdotas, pero no las recuerdo, es un sueño, no lo es, en realidad no tengo idea, tampoco me importa, lo que si tengo claro es que esta experiencia se repite, cada vez que me duermo en la micro 330, yo lo sé, por que lo viví, al bajar, ese día inicié mi caminata hacía el metro, siguiendo mi rutina de ir a buscar el diario, miré mi ropa, mi abrigo, la corbata, me sentía medio raro, escuche que alguien gritó, ¡Cómprate zapatos, loco! ¡Ja, ja, ja!, acto reflejo, miré mis pies, iban desnudos, pero muy cómodos y tibios, no sentía el pavimento de la acera. Ahí recordé todo.
Aun conservo esos calcetines de plástico o vidrio flexible, a veces me los pongo y salgo a trotar, o me baño en la playa con ellos.
Al subir a una micro 330, siempre me pasa lo mismo, no recuerdo nada, pero sé que viajo por otros mundos...
Fin
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