Por fin se habia dignado a llegar el fin de semana largo. Lo estuve esperando varios meses y ya estaba ahí.
Como pasa siempre, cuando llega, llega y se va como un respiro, pero que falta me estaba haciendo disfrutar de el.
Lo espere muy calido y lo disfrute con sus caricias. Pero de a poco el tono de sus conversaciones iba volviendose preocupado y monotono.
Pregutas muy atentas como:
-Estas bien?-
-Seguro?-
-Cualquier cosa avisame al movil- Se repetian varias veces en el dia y mi lugar, que ya era bastante incomodo, parecia achicarse cada vez mas.
Las caricias dejaron de serlo y el “frote” era constante. Me hablaban sin mirarme y hacian alusion a mi en todo momento. La familia se estaba reuniendo y yo empece a sentirme realmente fastidiado.
El primer dia ella se quejaba de cualquiera de mis actitudes. Parecia enojarla todo lo que viniera de mi. Entonces intente hacer como si no existiese y comenze a ignorarla.
Todo mejoraba cuando empece a sentir como un ahogo y otra sensacion que nunca habia experimentado. Aunque rapidamente me llevo al medico, ella seguia quejandose y jure darle una cachetada cuando salga de ese estado tan critico.
Comenze a sentir mucho frio, y ahí estaba el doctor, con esa cara arrugada y esas manos torpes tocando mi cabeza.
La golpe fue para mi. Al verla a ella, rompi en llanto, mas por impotencia y frio que por mi dolor. Ella me abrazo por primera vez y el se acerco con esa ridicula bata y ese barbijo, y le dijo: “Celso, le vamos a poner Celso, como el abuelo”.