Déjame contarte que anoche he dormido a tu lado
que de hambriento que estaba
te he comido a besos
chiquitos e ingenuos
voraces,
furtivos,
insolentes,
como espaditas sin filo
que sólo hieren de gusto.

Déjame decirte que me he dejado olvidados los miedos
el equipaje pesado y los malos augurios.

Déjame escribir que anoche te he observado,
como un espía torpe y despistado
que se oculta tras el viejo periódico
con agujeritos que esconden la mirada
por no ser descubierto,
y que de la frente al cuello
me he perdido en tus brazos,
en tu espalda
en tus muslos

He viajado por tus hombros
y tus párpados cerrados
con pequeños saltitos
me he detenido curioso en tus lóbulos
me he vuelto travieso en tu cuello
descarado en tus pechos
y he descansado en tu regazo
para ser
después,
insolente en tu ombligo,
y encontrarme en tu cadera
deseando navegar en ti.

Déjame decirte que he saciado mi sed en tus labios ,
que he bebido de todos ellos ríos de azúcar y manantiales salados.

Déjame susurrarte al oído , que he estado dentro de ti,
que te he robados suspiros
como ladrón de guante blanco
mientras me encarcelaban tus piernas
y me he sentido dulce prisionero
en semejante cárcel de fuego.

Déjame acariciar el aire con mis manos
las mismas que se han llenado de ti,
de tu piel,
de tu ser.

Déjame saltar al vacío
porque no temo
porque estarás allí
para recogerme tras la caída
y refugiarnos de lo que venga.

Déjame estrecharte tanto que duela
que nos sepa a poco
y queramos más
y estar cerca de ti
ponértelo fácil
y difícil
déjame desearte,
echarte de menos
y hablarte.

Déjame decirte
que he amanecido con la fresca sensación
que tienen dos cuerpos desnudos
cómplices
cuando conocen las delicias del cariño
y se despiertan felices y agotados
llenos de vida y ternura
y que anoche
has sabido encontrar la forma
más bonita de llamar a la puerta
y quedarte muy, muy dentro de mí

Déjame decirte que quiero
que vengan más noches

Y sobre todo,
déjame decirte
que no quiero que te vayas.