Solo son necesarias unas determinadas condiciones de presión y temperatura para hacer que los átomos de carbono cristalicen en su forma hexagonal o en su forma cúbica. Unas miserables 'condiciones determinadas de presion y temperatura' que harán de esos átomos algo sucio, oscuro y sin valor, o algo de extraordinaria belleza, dureza y transparencia.
Sin embargo su destino, su existencia será tan diferente... si eres un montón de átomos de carbono cristalizados hexagonalmente te arrancarán a golpes de tu tierra, te trocearán y terminarás tus negros y polvorientos días combinándote con el ardiente oxígeno, cuyos átomos te rodearán a pares, crepitando en las brasas del infierno de la central térmica, y evaporándote sin más. En cambio, si la presión y la temperatura fueron tus aliadas, ah entonces, tu vida será otra cosa. Serás rescatado de entre la ganga y la turba, serás limpiado y tratado con dulzura, serás tallado y moldeado por manos artesanas, y quizá tengas la suerte de pasar generación tras generación por el cuello, pecho, dedos, muñecas y orejas de las más delicadas mujeres.
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En eso pensaba yo mientras miraba tu espalda, moviéndose al ritmo de tu acompasada respiración, más serena que la mía. Ambos acostados en aquel lienzo vacío que a mí me pareció inmenso. Yo te tocaba solo con mi mirada, y tú huías hasta del tacto de mis ojos. Y tu silencio. También pensaba en ello mientras oía tu silencio añorando tus susurros, cuando te aliabas con tu frío desdeñando mi calor. Tú, la medicina para mi soledad. ¡Malditos efectos secundarios!
Habría matado por sentir tu aliento en mi rostro, tus labios en mi piel, tus sueños en los míos, porque tus dedos taparan mis heridas, porque... porque te hubieses girado. Pero no te importe. Me conoces. Sé pasar una noche solo, y dos, y tres... y todas.
Tu buscabas un diamante, aunque deberías saber que todos los carbonos somos polvo de grafito cuando nos calentamos
(por encima de 1200 ºC). |