Se compró dos vestidos y un par de zapatos.
Mamá es muy linda, se levanta el pelo con una hebilla, tiene muchas. Doradas, plateadas y con piedritas brillantes. Yo no tengo.
Uso el pelo bien cortito. Mami dice que es mejor, estoy siempre prolija y me salvo de los tirones del peine. Tiene razón.
Mami sufre de dolores de cabeza, no soporta los ruidos, por eso está siempre tan callada, también le hace mal que yo le hable, quise contarle que la maestra nos dictó un versito que me gustó mucho. No pude. ¡Le dolía tanto la cabeza!. Pobre mamá.
Por suerte más tarde le pasó el dolor, se vistió con su ropa nueva y me dijo que salía por un ratito.
Pasó lo de siempre, se hizo tan tarde que ya no había ni tele; y yo muerta de miedo. Hasta se me fue el hambre.
Cuando mamá no llega, pienso que le pasó algo malo y no la voy a ver más, pero aguanto las ganas de llorar y me siento en el suelo con la oreja pegada a la puerta para escuchar el ruido del ascensor.
A veces pasa mucho tiempo y me quedo dormida.
En cuanto entra se me pasa todo y quiero abrazarla muy fuerte, pero ella me dice que —¡Basta!— que – Cuidado con el vestido!—
No importa.
Ahora me voy a la cama tranquila. Mami está en casa para cuidarme.
Lástima mis pesadillas horribles. La abuela dice que para no tener sueños feos, hay que pensar algo lindo antes de dormirse.
¡Ya sé! Mañana voy a recitar el versito para mamá. ¡Se va a poner tan contenta!.
Mi casa es un cielo/de dicha y de paz/no hay ángel tan bueno/
como mi mamá/