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Mirando nuevamente la realidad de mis sospechas, prendí la ducha y me preparé para tomar un baño de tina.

Dentro de poco iba a ser tu cumpleaños, el regalo estaba escondido en el closet de afuera y ya no me aguantaba las ganas de dártelo.
- “Somos una pareja feliz”, le contaba yo al psiquiatra la primera sesión que tuvimos, a la que tu faltaste por que tuviste una reunión de ultimo minuto.
Me fui extremadamente enfadada, harta de tus cambios radicales de planes, de las noches largas en la oficina, de la cama vacía, de extrañar tu piel, de odiarte por no querer las mismas cosas que yo, etc., etc.
En fin, me calmé, de a poco me fui dando cuenta de que la aquí exagerada era yo, que tú, pobrecito, te tenías que quedar trabajando horas extra para pegarnos los viajes que tanto nos gustaban, si no querías tener hijos aun era para poder disfrutarme y yo egoístamente te quería negar esa posibilidad…, yo era la que cagaba las cosas, el problema era mío, el terapeuta no sabia de lo que hablaba cuando me decía que no tenía que dejarme estar, que no fuera sumisa, que tuviera el control, que pusiera ojo en tus actitudes, que sabía él!!!. Yo te amaba, eso era realmente lo importante, lo único, tu eras mi vida y yo te iba a apoyar en todo como lo había jurado ante Dios 10 años atrás.
El hecho de que fuéramos a terapia era simplemente para arreglar pequeños detallitos que a veces nos tenían de malas, y por supuesto por que a toda relación hay que tratarla como a una flor, regarla y preocuparse siempre de ella, pensé que era mejor prevenir que curar.
Mi mamá siempre me enseñó a ser una señorita, yo no iba a inmiscuirme en tus asuntos, el tiempo libre en la casa tendría que haber sabido aprovecharlo sola, las horas que pasaban lento sin ti, las noches cuando llegabas tarde, noches ya sin sexo, y que a pesar de que estabas a mi lado, te extrañaba aun más.
¿Que me estaba pasando???, no entendía mis reacciones, empecé a mentirle al psiquiatra, tu fuiste a unas cuantas sesiones y mentiste también como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, cosa imposible, pues habíamos dejado de hablar, era solo lo justo y necesario, pero a pesar de eso, yo sentía tu amor en los pequeños momentos y me conformaba, era tan feliz, tan feliz, éramos tan felices mi amor, que el terapeuta nos dio de alta, ya no necesitábamos terapia, éramos una pareja ejemplar.
Una tarde, a pesar de que faltaba aun para tu cumpleaños, se me ocurrió algo perfecto para regalarte, y es que realmente mi amor por ti no podía ser más grande, iba a explotar, así que salí a comprarlo rápidamente antes de que cerraran las tiendas.
Ese día habías prometido que llegarías temprano, nada de reuniones, nada de amigos ni de trabajo extra, era una noche para ti y para mi, a ver si lograba relajarte y que olvidaras por un momento tu cansancio.
Vi entonces en una vitrina el suéter perfecto, justo como lo había imaginado, color café como tus ojos, amplio para tu torso, lo miré fijamente desde la ventana y te vi, te vi.
Después de un rato compré tu regalo, lo envolví en casa y lo escondí en el closet de afuera. Me dormí. Esa noche llegaste tarde faltando a tu promesa, pero no me importó, estaba sintiendo tanto dentro de mí que no me importó.
A la mañana siguiente te fuiste sin despedirte, yo tomé desayuno y desenvolví tu regalo para observarlo detenidamente por un momento, era tan hermoso, me hacia sentir orgullosa, poderosa, estaba destinado para ti, ya no había nada que hacer, esto estaba dedicado a ti con todo mi amor y devoción, era exclusivamente para ti amor mío.
Llegaste esa noche, te serví comida y prendí la ducha para tomar un baño. Era tanto lo que te amaba que decidí darte tu regalo en ese momento, para que esperar otras dos semanas si te iba a encantar, estaba segura.
Lo fui a buscar y entré con el en las manos apuntando hacia ti. Tu cara de sorpresa me dio a entender la exaltación de recibirlo así tan inesperadamente, pero no tenías para que tirarte al suelo tratando, supuse yo, de besar mis pies, ni gritar de excitación rogándome que no, si en realidad no me había costado nada comprarte ese regalo después de verte reflejado en la vitrina besando a esa mujer, que era puta, que era sucia, no una señorita como la que te esperaba cada día para entregarse a tus brazos, no como yo, que te amaba, no como yo, pero te equivocaste, feliz cumpleaños adelantado.

Texto agregado el 12-11-2004, y leído por 143 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-11-2004 Impresionante forma de narrar un acontecimiento muy doloroso. Siento que la pistola apunta hacia mi, si mas...me salgo rápidamente por si acaso.Excelente.Mis estrellas. Dainini
 
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