Trancurre no sé que año, en realidad en el Imperio no existe el tiempo como lo conocemos en nuestro mundo, algo estaba a punto de suceder, algo que cambiaría la vida del pueblo imperial para siempre, esto se llevaba a cabo en el reino de las rocas, un lugard e altas montañas rocosas al cual nadie se atrevía a subir, ya que se les garantizaba el no retorno, ya que las rocas de este lugar eran lan puntiagudas, que bastaba un solo resbalon para morir en la más completa soledad. En uno de tantos riscos, uno diferente a todos los demás, el cual hanía sido pulido formando así un altar en el cual se encontraba un ánfora de color negro, con varias imagenes de dragones representadas en ella. Aquel reino fue azotado repentinamente por un terremoto, el cual había surgido de la nada, puesto que nunca había en ese reino sucesos como esos. El ánfora rodó y quedo destrozada, una extraña nube negra surgió de ella, una risa atemorizante de dejó escuchar posteriormente.

Nadie imaginaba los grandes cambios que este acontecimiento deparaba para el Imperio, mucho menos el Emperador, el cual se encontraba en el Castillo del Dragón, localizado en la cima de la Montaña del dragón negro, la más alta del Imperio, un castillo como ninguno; en el gran salón, un hombre alto, de largo cabello negro que caía casi al piso, se preparaba, colócose primero la túnica blanca que vestía diariamente, luego la máscara imperial, la cual era blanca y por último el yelmo que lo identificaba como soberano, éste lo cubría hasta los hombros, tenía púas rodeandolo, la coronilla llevaba un pequeño dragón. Estaba distraido, cuando de repente una rafaga de viento surco el salón, las cortinas se movieron, más no el largo cabello de SEIDFREED.
-¡SIRUIS!- exclamó sorprendido.-¡No es posible, tú estás...!
-Creias que me mantendrías pricionero por toda la eternidad, deberías saber que mis poderes son muy grandes-dijo con voz calmada.
-¡No sé como escapaste SIRIUS, pero regresarás a tú prisión.
-No lo créo, esto me ayudará a deshacerne de tí-y uniendola palabra a la acción, arrojó al Emperador el contenido de una pequeña botella que llevará consigo.
El emperador fue cubierto por una nube, que al disiparse, dejo a un hombre en el suelo, un hombre de cabello sucio, cenizo y raído. SIRIUS se le acercó y lo despojó de la máscara, quitándole así todo poder a SEIDFREED.