Deseo el que se posa en la fuga que sobre el tacto mengua la razón de verte volar,
súbito el mirar de tu suspiro atento,
de tu visión dispersa;
enfocada en un punto ciego de la sonrisa,
de la exquisita mueca que cubre tus sicarios con lanuela que abraza tus parpados,
que mira tus entrañas.
Silencios que enmudecen los pensamientos,
racimos de objetos que cortan,
que viven,
que mueren,
que nacen con tu pericia;
muerde las entrañas que sacuden mis ojos,
sácalos y míralos; úsalos, te doy mis ojos y mi ponzoña que se convierte en un piélago de lágrimas que son dulces como tu aroma de mujer,
como tu esencia de niña.
Ensombrece mi pálida piel,
detalla mis oscuras melodías;
enciende el fuego que perdura y perpetuo marca el paso de tu caminar por mis veredas de espinas,
no te clavas,
no te hieres,
te amenizas; me deleitas.
Sangre vertida;
me bañas,
te baño en mi vida,
en mi alegría de probarte,
de rasgar lo obvio con el ritmo de tus parpados,
con el vino de tus ábacos y el cincel de mis manos,
acariciarte;
aprisionarte, en mi piel
acicalarte, con mi piel
matarte, con mi piel
inmortalizarte…en mi piel.
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