Me estaba desesperando, había intentado de muchas maneras, con muchas estrategias y tácticas, pero no lograba llegar hasta ella.
En mis primeros intentos opte por algo que no me hiciera sentir demasiado incomodo ni llamativo, pero despues probe hasta con una jirafa y un elefante que no fueron del todo buenas experiencias, ya que me preocupaba demasiado por la altura y por mantenerme en los lomos de aquellas criaturas que poco colaboraban.
Luego probe suerte con vehículos motorizados comunes. Una motocicleta y un auto, pero poco variaban sus velocidades y tampoco la pude alcanzar.
Como si mi situacion no fuera mala, (Soy un hombre de 24 años de edad licenciado en Administracion, futuro economista que trabaja 10 horas diaras como Gerente de personal en una empresa de comunicaciones...pero estaba desesperado) la gente comenzo a seguir mis travesías (asi les decian) y yo debía soportar sus frías miradas, con un brillo de burla, y las de los niños, que como todos sabemos, poco disimulan, y sus risas o comentarios pueden ser mas hirientes que los de una persona mayor y sus prejuicios.
Mi ira se iba acumulando, y la estaba fijando en el hombre de la boina gris, que parecía disfrutar mas que cualquier otro de mis fracasos.
Mis variables pasaron de lo mas clásico a lo mas delirante. Despues de un pequeño bote verde con remos, me vi en una nave espacial con luces de colores y hasta en un banco de plaza fijado al suelo, como esperando que ella viniera a mi.
Nada cambiaba, solo el cielo que se oscurecía sutilmente y los niños ya no reían, ya era como un chiste viejo para ellos, pero los mayores me seguían con la vista y no retenían ni una sola carcajada. El viejo, ese maldito viejo, seguía mirandome con su sonrisa dibujada bajo la boina gris.
Me quedaba solo una manera de intentarlo: a pie, pues ya lo había hecho con todos los vehículos posibles.
Me acerque, cruze la pequeña reja nuevamente y subí. Ante todas las miradas me quede parado, tomado de uno de los caños del costado y empeze a acercarme lentamente al hombre de la boina. Casi acorralado contra el cerco y con miedo a mi reacción la dejo en descubierto. Yo me estire lo máximo posible y fundido en mi bronca, estire rapidamente mi brazo y le arranque la zortija.
En la siguiente vuelta, ademas de viajar gratis, disfrute de mirar a la cara a todos los que se habían reunido alrededor de ese carrusel en la plaza de Almagro.
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