Si lográsemos alguna vez,
reivindicarnos y luego,
estallar en crisantemos,
el perdón, luego de la desidia,
estarìa a flor de piel...
Sin embargo,
el pasado condiciona,
las heridas y la sal nunca forman un buen dùo,
y la piel, crispada en cicatrices,
pronta vuelve a abrirse, inconmovible...
Largas horas de llanto,
música escondida en brumas de dolor,
ciñendo las gargantas,
ahogando manos y orgúllos sin sosiego;
forman el cúmulo de la desdicha,
serpenteando en las noches,
reptando silenciosas entre las sàbanas de los insomnes...
La ceguera es terminal en los principios de la canción (nunca sabremos como termina, a menos que demos vuelta la hoja),
la angustia se vuelve sangre,
la desazón marchita la mirada,
y el desencanto se nota a traslúz...
Sin embargo, el agua corre sin nuestra ayuda,
y cielo desmonta sus nubes luego de la tormenta,
y miramos nuestro reflejo en el espejo manchado,
para descubrirnos desnudos, impúnes, cercanos a la lúz,
brillantes los ojos, remilgados, cadentes, espùreos...
Sólo cuando la mariposa acaricie el fuego, estará muerta de verdad...
Sólo cuando se apaguen los tambores de la perfídia, abriremos nuestras gargantas, nuestras manos, nuestro displacer... y los haremos ruido, perdón, sonrisa, vacilaciòn...
Sólo cuando te mire a los ojos, y veas mi llanto en su reflejo, y descubras tu imagen espejada... serás parte del pasado... y renacerá en mi memoria un saludo cabizbajo, y tu primera y ùnica carta; dormida por hoy... |