La suavidad de tu alma podría revertir mis sentimientos, la pureza de tus pequeñas manos Podría acariciar hasta mi más áspero defecto. Si supieras, querido hijo, lo que mis ojos han llorado por no poder ser lo que quiero. Si supieras hijo, cuantas pena he derramado por pensar en ti, ¡me emociona mirarte¡ ...y cuando duermes el mundo se detiene para observarte. Es tu ángel, eres tu... Eres lo que un poco de amor pudo crear. Para ti hijo querido: Bruno.
Texto agregado el 10-11-2004, y leído por 156 visitantes. (0 votos)