El sonido de tu voz se ha hecho un eco del pasado, me precipito hacia el futuro para opacar tanto desencuentro, mientras aún perduro entre tus redes...


Sigo buscando ese paralelo de formas como un arquetipo del amor que nunca llega. Entonces tu lanza me atraviesa erecta cual punta de jade reflejada en mis entrañas, para temblar horadada en los confines acéfalos de inhibiciones. Y tus manos se confunden aleteando en las praderas de mis piernas como dos simulacros del amor, expiro, ruedo mi piel con tu silueta, mientras el rocío purifica la marea de los labios. Me tienes suspendida, flotando en el trayecto de tu espalda, incrustada en el lenguaje de dos pechos tallando tu silueta, como una eterna lengua muda que se esfuma y renace bebiendo el placebo de tus gotas. Te anidas dentro de mis huecos en indescifrables jeroglíficos, me recorres, lames la muerte de mis llanos respirando entre tu boca, la vida rozando ese equinoccio incierto de placer, mientras inundas los senderos de tu carne en un espejismo de espasmos. Entonces vuelvo a amarte desnudando ese jadeo de sombras que me habitan profundas y sublimes, para no dejar de susurrar bajo las huellas de tu esperma.

Ana Cecilia.