Vuelvo a acercarme a usted en la soledad del cuarto, con los únicos sonidos que producen los pájaros y mi respiración. Busco algo que identifique que aún está conmigo. Le gustan los cantos gregorianos? algo de eso sonaba por ahí y no me pregunte por qué, pero sentí que me susurraba al oído desde atrás..."amiga" - esa palabra que me subyuga dicha por usted- que me hace sentir como dice usted "muy suya".
Debo confesarle que nunca me gustó que me pusieran títulos de propiedad, ni tampoco ponerlos, pero en este caso siento algo inexplicable con palabras, simplemente podría decir -y tengo la plena seguridad de que usted entenderá- que su "muy mia=muy libre. Loco no?, incoherente?, no importa, libera algo en mi y me gusta.
No importa mucho cómo, simplemente me place el haberlo conocido y que nos descubramos así, como hasta ahora.
Este alejamiento y la adicción en la que usted me sumergió, hace que desee ese café ansiosamente, frente a frente, esas horas de charlas con miradas cómplices.
Ahora me despido, pero por un momento
Su amiga íntima