Ya había sonado el timbre. Llegó corriendo llena de libros, despeinada, cerró la puerta de un golpe. Dejó sus pertenencias en el banco pegado al pizarrón. La miré y segui comiendo mi manzana, no parecía digna de respeto. No encarnaba ninguna autoridad. Era tan flaca que aunque engordara tres tallas, sus prendas mas ajustadas le dejarían espacio de sobra al aire. Su pelo corto y sin vida se camuflaba con la paja de la silla. Sus ojos hundidos hacían resaltar dos canicas de mirada inocente e infantil, sus labios descoloridos eran como dos cáscaras de plátano abandonadas en el suelo. Nunca pensé que este personaje llegaría a ocupar un lugar tan importante en nuestras vidas.
"El que avisa no es traidor", fue su primera frase, que nos hizo notar su marcado acento español. Solté la manzana, aquella frase había quedado rondando en mi cabeza. Me llamo la atención que esta nueva maestra tomara en cuenta la justicia en momentos tan impulsivos como hacerse respetar dentro de una sala de clases. Logró su objetivo y comenzó con la clase. Se puso a hablar sobre el renacimiento grecolatino, nombró un par de obras y nos encantó con sus anécdotas llenas de vida. Todas tomaban atención, el característico murmullo del curso había sido reemplazado por un silencio parecido al de la luna. Ella sabía manejar a la perfección el gran arte de la literatura, mejor que un malabarista unas pelotas en la luz roja. Estaba haciendo crecer en cada una de nosotras el amor hacia ella.
Esta maestra de alma noble oía a cada alumna y trataba de entender hasta los mas desatinados comentarios, tenía tanta confianza en cada una de nosotras que algunas se aprovechaban de su ingeniudad. Paso a ser la mejor profesora, la mas querida, la mas admirada. Todavía no entiendo como las apariencias pueden llegar a ser tan diferentes a la realidad, no he visto nada parecido. Es de las personas mas sabias que he conocido, es de las que mas admiro, y gracias a ella la literatura pasó a ser una prioridad en mi vida. Me enseñó a descubrir la vida que se encuentra dentro de cada verso, de cada estrofa, de cada texto, novela, poema, reflexión. Aprendí a caminar en este mundo tan mágico de la literatura, me despertó a un sueño, un sueño que me llena de vida.