Me rodeo con sus enormes brazos color ébano, fue jalándome hasta abandonar el cadáver de sensaciones. Jadeaba en mi oído las incoherencias que hoy extrañamente comprendo, hizo abandonarme del todo. Me enseño cada unos de mis rincones, exploramos juntos mi cuerpo.. Cada vació inexistente. Fue mi albedrío doblegarme y abandonarme. Partimos hacia la quimera de mi razón, ahí nos perdimos. Me hizo comprender sobre el alma y el cuerpo, hoy no recuerdo nada. Me revolvió el estomago. Vueltas, idas venidas. Aun la recuerdo, su faz limpia. Sus manos tan suaves hacían estremecer mi cuerpo al resbalarlas por mi vientre. De nuevo sus jadeos llenos de incoherencias tan comprensibles pero ocultas bajo los enormes ojos crisol. Me envolvió en su mirada y me llevo hacia la mar. Observados absortos dos ocasos uno en el oeste y el otro en el este. Me refleje en ella.