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La conciencia acusadora

No era una mañana normal, aunque lo pareciera, se levantó de la cama como todos los días, pero algo no estaba en su sitio. Los sonidos de su habitación eran los mismos, pero distintos. La luz que penetraba por las ventanas creaba los mismos claroscuros de siempre, pero distintos. El espejo del baño devolvía su reflejo como todos los días, pero de otra forma. Todo estaba en su sitio, pero algo no estaba bien, algo que no alcanzaba a percibir racionalmente.

Se dejó caer sobre el váter y, sin prácticamente pestañear, su cerebro se disparó en miles de direcciones, las ideas fluían sin control y las preguntas se tropezaban entre sí queriendo salir en busca de una explicación....¿Qué está pasando?. Las respuestas volvían desordenadamente aumentando su confusión ya que ninguna aportaba indicios sobre los que apoyarse para controlar la situación. ¿Sobraban preguntas o faltaban respuestas?, la eterna batalla interior entre lo percibido y lo comprendido. Tras unos momentos que le parecieron siglos, llegó el desbordamiento de los pensamientos y se abrió paso el inconsciente reparador que instaló en su cabeza varias teorías balsámicas del tipo: - No pasa nada -, - Está todo bien -, - Si no lo percibes no existe -, - ya verás que esta sensación se irá sola -.

La negación de la conciencia se había hecho cargo de la situación.

Inicio su rutina matinal, se afeitó tranquilamente escuchando las noticias de la radio, se duchó como todos los días silbando sus canciones habituales, se vistió lentamente, seleccionando la corbata mas apropiada para su traje y camisa, desayunó con premura como siempre y partió hacia su trabajo, pero las cosas seguían sin encajarle.

Al descender de su coche, la misma sensación anterior volvió a instalarse en su cabeza. Giró sobre sí mismo y descubrió que lo que no encajaba era su sombra. La sombra proyectada sobre la pared del aparcamiento no era la suya. Parecía mas a un anciano deforme que a la de joven esbelto y en plenitud de capacidades como él. Se giró nuevamente para repetir la acción y allí seguía su sombra enclenque. El pánico se apoderó de su escaso autocontrol y sus piernas flaquearon de forma coordinada con su ánimo. Se apoyó sobre su coche buscando compensar la astenia sobrevenida e intentando recuperar el aliento. Nuevamente se instaló en su mente la idea - ya pasará, tranquilo, todo está bien -, se rehizo como pudo y se encaminó al ascensor. Cuando se dirigía a la puerta de su despacho se percató que el presidente de la compañía le esperaba con cara de muy pocos amigos y a falta de dos metros para encontrarlo le espetó fuera de sí:

- Salga inmediatamente de esta oficina, su sola presencia me da asco. Lo que ha hecho es una vergüenza para esta sociedad. No se como ha podido ocurrir. ¡Fuera! ¡Salga de aquí inmediatamente!

Superada la estupefacción inicial, volvió sobre sus pasos al mismo tiempo que su conciencia iba tomando el control de la situación. Le invadió una sensación de vergüenza indescriptible, absolutamente imposible de controlar y empezaron a desfilar uno tras otro los hechos que se le recriminaban. El momento en que suspendió de empleo a un empleado, e momento en que este le suplicaba que no tenía responsabilidad alguna en los hechos que se le imputaban, el momento de soberbia experimentado tras confirmarle a la cara la suspensión, la cara del empleado al romper a llorar mientras suplicaba su rectificación dado su situación familiar agobiante que lo condenaba poco mas a menos que a la indigencia, su ultima frase lapidaria y cargada de rencor, desprecio y chulería fue: ¡Habértelo pensado antes!., la respuesta fue un alarido desgarrador, mezcla de dignidad avasallada y de rabia descontrolada ante la injusticia. Lo hizo expulsar por la seguridad de la empresa y se limitó a pedir un café a su secretaria. Dos horas mas tarde una familia era expulsada de la vivienda suministrada por la empresa y arrojada literalmente a la calle, cuatro niños de entre 2 y 9 años asistían a la desesperación de sus padres, atónitos ante una situación no comprendida pero plenamente sentida. Los intentos para hacer razonar a los guardias eran contestados con empujones, tirones, malos modos e insultos denigratorios, que no hacían mas que calentar la situación irracional en la que se desenvolvía la escena, tras unos segundos de locura la discusión tornó en pelea y dio paso a las lesiones físicas, un brazo roto y sangre brotando de una brecha en la cabeza del empleado, quien continuaba intentando razonar mientras se seguía protegiendo con el brazo aún sano ante la tormenta de golpes que, como todo argumento, obtenía de sus agresores.

Tras una tregua, recordó el momento en que su director de producción entraba en su despacho para decirle que el problema se había producido por un atasco en la bobina de papel que alimentaba la máquina principal, la cual habían conseguido reiniciarla sin problemas y por extensión la producción no había sufrido mas demora que el tiempo de intervención requerido.

En ese momento su conciencia, implacable y soberano juez de sus actos, se hizo presente de forma omnímoda y rugió en su cabeza: ¡Tú y solo tú eres el culpable, no has querido escucharme, has arruinado la vida de una familia!. Inmediatamente constató que su sombra le había abandonado.

Desde aquel día se le puede ver vagando por las calles y hablando siempre de espaldas a la luz, según dicen, está intentando encontrar y convencer a su sombra para que vuelva con él, su conciencia no le perdonará hasta que lo consiga.

Texto agregado el 09-11-2004, y leído por 1913 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
25-01-2006 Una manera muy impactante de pintarnos la conciencia, ese lado humano que surge cuando nos comportamos de forma inhumana. El final me decepcionó un poco, pero el desarrollo del relato me ha gustado mucho. Sophie
23-05-2005 Muy bueno. Este cuento debería estar en un cuadro en la oficina de muchos gerentes. Felicitaciones y van mis 5* jorval
03-05-2005 Muy bien...Asi que su sombra lo abandono...No esta mal...Ciao. NemesisAmante
03-05-2005 Muy bien...Asi que su sombra lo abandono...No esta mal...Ciao. NemesisAmante
22-02-2005 Te he leido, te he dejado 5 *no solo por lo formal, sino porque me parece una gran verdad, a todos nos ha pasado... pero algunos, a ´pesar de ello, osan tirar "la primera piedra". Saludos. peinpot
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