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Él llegaría a Lima nuevamente. Cuando me lo dijo una buena amiga a la que encontré el fin de semana en la fila del supermercado, no lo podía creer. Sin embargo, a los pocos días, mis compañeros de trabajo me lo confirmaron. Sí, él llegaría a Lima a fin de mes. La noticia me estremeció de pies a cabeza. Realmente no podía creer que su regreso era ya inminente, cuestión de dos semanas o menos. El tiempo apremiaba entonces y había que actuar de prisa.

Temblé de anticipación, quería que esta vez todo saliera perfecto. Elegir la ropa adecuada era la primera parte de este proyecto. Debía tener un toque atrevido y juvenil, un aire distinguido y una pizca de informalidad. Después de interminables recorridos por los pasillos de las tiendas de moda y cuando estaba a punto de llamar a Fashion Emergency, una combinación de tank top y falda con sandalias de tacón alto fueron mi elección final. El color definitivamente el negro, mi favorito y el suyo también. Unas sencillas joyas, un maquillaje discreto y un perfume sofisticado completarían el atuendo.

Cuando me propuse averiguar más sobre él, grande fue mi sorpresa al enterarme que ya era papá... Recuerdo haber recibido la noticia de su boda con un rictus amargo en la boca, típico gesto de mujer despechada... Pero el tiempo cura todas las decepciones y aprendí a convivir con el fantasma de su mujer y puedo decir incluso que llegamos a hacernos amigas. Lo de su hija, bueno, le daría mi felicitación en persona en cuanto tuviera la oportunidad de verlo.

Una vez culminados los preliminares y algo nerviosa, solicité una cita con mi jefe a fin de conseguir su venia para el “gran día”. Él, tras pensarlo un poco, accedió; me acompañó a la salida de su despacho, no sin antes darme una serie de recomendaciones que tomé de buen grado. ¡Lo había conseguido! Ahora sólo faltaba esperar.

El “gran día” había llegado. Algo retrasada y debidamente emperejilada, llegué al lugar donde finalmente lo vería... Cuando hizo su aparición, vestido de negro, con aquella camisa ceñida y esos pantalones plisados, lágrimas de emoción corrieron por mis mejillas, está vez sería todo mío. Su presencia llenaba el ambiente de una poderosa energía, pues el recinto parecía venirse abajo. Mis gritos llenaban el local, y el que me conoce mejor que nadie, sonríe, pone cara de buen chico y se deja querer. Loca de pasión, empuje a las personas a mi alrededor y corrí a su lado para fundirme con el en enrevesado abrazo. Sin poder contenerme estampé mis labios contra los suyos, para luego gritarle a voz en cuello cuanto lo deseaba, que no me importaba que fuera casado, ni que tuviera una hija, ni que viviera a miles de kilómetros de mi casa, que mi amor se había elevado por encima de esos detalles. Algo desconcertado primero y al parecer furioso después, comenzó a llamar a alguien a gritos...

Cuando cuatro fornidos guachimanes me arrancaron de los brazos al objeto de mis deseos y tuve que dejarlo ir, rompí a llorar nuevamente, pero esta vez de amargura... A pedido de él fui sacada en vilo del recinto y aparecí en los titulares de varias revistas de la competencia... Iracundo mi jefe, el editor, me ha enviado de vacaciones hasta nuevo aviso. Sin embargo el golpe más bajo, aquel que realmente me ha dejado con el corazón partío fue el enterarme que sería la antipática de Antonieta Beltrán y no yo, quien cubriría la conferencia de prensa que él daría el día previo a su partida.

Ahora ya que perdí todo derecho a defenderme, sólo me queda formular una pregunta: ¿Acaso soy yo la única fanática de Alejandro Sanz para que me traten de esta manera?

Texto agregado el 16-06-2003, y leído por 304 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-12-2004 cool chica a mi me paso algo muuuy parecido!!!!bien por ti y la proxima vez que vayas a un concierto avientate y k te valga la policia ok??(es en serio) hackindonna
17-06-2003 ahhhh por cierto ya somos dos los fanaticos de Alejandro Sanz buck
17-06-2003 Muy buenoooo, yo si fuera mujer tambien hubiera hecho lo mismo. buck
16-06-2003 Divertido y con sorpresa final. Creo improbable verle enfurecido y pidiendo ayuda a gritos, pero comprendo que le atribuyeses esta reacción como sucedaneo de la realmente deseada, ya que no hay mayor desprecio que el menor aprecio. Saludos Sherlock
 
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