Podría escribirte esta noche para quitarme de la mente la imagen de tus manos acariciando mi espalda con la frialdad de la distancia. Lo haría para borrar lentamente el cansancio de cada día que ha pasado desde que te fuiste. Te escribiría para quitarme el lodo de la soledad que ha penetrado en mi piel con su sequía y su insensatez. Quisiera recuperar el aire que me roba el silencio de no poder gritar tu nombre.

Podría escribirte esta noche para despertar de éste letargo de tanto tiempo en el que me encuentro por querer tenerte siempre, por lo menos en mis sueños. Enviarte sin firmar lo que salga de ésta pluma desnutrida con una paloma mensajera, esperando que lo reconozcas a pesar de haberme olvidado. Te escribiría unicamente para interrumpir el beso que está robándote quien te tiene entre sus brazos. Lo haría con la esperanza de que un solo segundo de tu aliento quede impregnado en el aire que respiro al cerrar los ojos.

Podría escribirte esta noche para saber que hacer con mi vida. Para decirte que pasan los días y no puedo olvidarte. Para decirte que ni siquiera lo he intentado, pues sería el exilio de mi realidad distorsionada. Lo haría para soñar que te desnudo una última vez por el único placer de ver tu piel a la luz de mi deseo. Para recorrer con suavidad los escasos centimetros que separan cada uno de tus pechos y bajar, con cuidado, hasta tu ombligo, donde recuerdo que podía perder cuenta de los días.

Podría escribirte ésta noche para recorrer los kilometros que hay entre tu cintura y tus pies. A paso de duende andaría por tu rodilla y besaría esa cicatriz que tienes en el tobillo. Inventaría una letanía como un pretexto para saborear tus pies de bailarina. Lo haría porque cuesta mucho vivir en medio del espejismo de un beso tuyo que no llegará.

Podría escribirte ésta noche porque estoy cansado de noches como ésta, en la que podría decirte tantas cosas y he de resignarme a escribirlas para mí.