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Inicio / Cuenteros Locales / onanista_por_palabras / Un paseo en bicicleta

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El domingo salí a pasear en bicicleta con mi padre y mis hermanos. Nos despertamos muy temprano... mi padre nos despertó muy temprano y nos costó desperezarnos. Mi hermano tenía mucho sueño, el pobre sólo tiene 7 años y se quedó como un tonto mirando como mi padre metía las rebanadas de pan, la mermelada, la mantequilla y la leche con colacao en una mochila. En realidad yo también tenía mucho sueño, aunque tenga 10 años, pero no sé si me quedé como un tonto mirando, porque no me veo.
Con el ruido que armó mi padre, despertó a mi hermana y la convenció para que se viniese con nosotros. Tiene 8 años y siempre está llorando. Es un fastidio, porque entonces mi padre sólo le hace caso a ella.
Mi padre dice que vivir en el extraradio es una suerte, porque en dos pedaladas estás en el campo y nosotros vivimos en el extraradio de Móstoles ¡Tenemos mucha suerte!.
Nos montamos en las bicis y mi padre nos puso en fila india. Él se iba el último y yo, como soy el mayor, el primero. Subimos por la calle Carlos V, hasta el colegio que está al final y desde allí cogimos el camino que va hacia Fuenlabrada por el campo. Aunque mi padre dice; que todo ese campo, no es campo, si no solar y creo que es porque hay unas montañas con ladrillos partidos y tuberías enterradas, con unos techos grises rotos, rocas de cemento y entre todo, latas de aceites de los coches.
Cuando pasamos las montañas, el camino se hace cuesta abajo. Es donde mi hermano siempre me adelanta y empieza a ir muy rápido. Tiene el cuerpo pequeñito, pero la cabeza muy grande y como le debe pesar tanto, coge mucha velocidad. Mi padre también me adelantó corriendo detrás de mi hermano y gritándole; “¡Alberto, no corras tantooo! ¡Alberto para que te la vas a daaaar!”.
Por dentro, a mi me da envidia mi hermano y me gustaría ir tan rápido como él, pero tengo miedo y aprieto el freno.
Mi hermana empezó a llorar y a llamar a mi padre, pero estaba lejos persiguiendo a mi hermano, que iba lanzado como un cohete, tan rápido que perdió el control, estrellándose contra una alambrada de una granja de ovejas. Mi hermano lloró, e hizo coro con mi hermana, que también lloraba y mi padre era el director que les reñía. Yo también quería llorar, pero tengo 10 años y mis amigos llaman marica a los que lloran, por lo que me aguanté.
Mi padre le puso un pañuelo atado a mi hermano en la rodilla que se arañó contra el suelo. Tenía los rombos de la valla marcados en la cara, pero sabía que el próximo día que pasásemos por allí, iba a hacer lo mismo y creo que mi padre también lo sabía, aunque le había reñido y seguro que mi hermano estaba deseando pasar. Es posible que no pueda parar debido a su cabezota.
Seguimos dirección Fuenlabrada. Poco después de la granja, tenemos que atravesar un río por un puente de cemento. Yo le llamo “Amazonas”, pero en realidad no sé cómo se llama, sólo que es negro y que huele muy mal. No tiene rocas, si no ruedas de tractor, ni ranas, se las habrán comido las ratas, y no sé si habrá peces, porque el agua no te deja ver, pero allí nadie pesca, ni se bañan, sólo tiran cosas.
Cruzamos el río y desayunamos un poco más adelante, en el único sitio donde hay algunos árboles. Nos bebimos el colacao y nos comimos el pan con mantequilla y mermelada sobre un mantel de cuadros. A mi me saben más ricas que cuando nos la comemos en casa.
Cuando terminamos, mi padre se puso a leer el periódico y yo me fui con mis hermanos a explorar los alrededores del río. Mi padre no nos deja acercarnos, porque dice que si nos cayésemos al agua, moriríamos envenenados, pero buscamos por los alrededores el monstruo culpable de que el agua del río esté negra. Hace tiempo que engaño a mis hermanos con esa historia, pero ellos siguen creyéndosela, aunque alguna vez, a mi me ha parecido ver al monstruo entre los matorrales.
Cuando mi padre terminó el periódico, nos llamó para regresar. Volvimos a cruzar el “Amazonas”, la granja donde siempre se estrella mi hermano y el camino que va hacia arriba cuando regresamos. Siempre hacemos una carrera y la meta son las montañas de ladrillos partidos. Yo pedaleé todo lo rápido que pude, mi hermana lloró, porque la dejamos atrás, mi hermano no me pudo alcanzar y mi padre intentó adelantarme, pero yo fui más rápido y gané, siempre gano. Menos mal que el camino es hacia arriba, si fuera hacia abajo me ganaría mi hermano, a mi me da miedo y aprieto el freno.

En ocasiones, no hace falta tener mucha imaginación para crear un cuento. Basta con tener buena memoria.

Texto agregado el 09-11-2004, y leído por 3440 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
14-12-2004 Me ha gustado mucho. Muchas veces no importa lo que se cuente, sino encontrar la manera de contarlo. No basta con recordar una anécdota de infancia, todos las tenemos, sino saber ver qué es lo que esconde. Y tú lo has conseguido. LeoMendoza
12-12-2004 Juasss... que jodío, has dao con el truco. Saludos monstruo. Nomecreona
29-11-2004 Es muy bonito, me ha gustao ese punto de realismo casi magico contrastado con el paisaje de extrarradio de Mostoles. Realmente me has hecho imaginar a la perfeccion cada momento de aquella excursion. obladiah
25-11-2004 una hitoria entrañable. justine. justine
24-11-2004 jeje...recuerdos, muy bueno sobre todo la forma de ir mostrando imagenes tan reales atravez de los ojos de un niño de 10 años que las hace parecer tan inocentes e inofencivas.un abrazo de osa.besos lisinka
18-11-2004 :) creo que me hubiese encantao que tu papá me hubiese llevao con vosotros hasta el amazonas en bici, en ese momento hubiera pensado ¡ que guay el papá de Marcos¡, y vaya, que ahora también lo pienso. Bravo por la ternura de este cuento niño burbuja
18-11-2004 Siempre lo he sabido y yo sé que siempre has sabido que yo lo sabía... Hay un niño dentro de ti, (ya sé que todos llevamos al niño dentro) pero tú logras con tus letras algo que no todos logran: que no crezca. Felicidades. Besos de tu uRaNiA
18-11-2004 Importante:te pusiste en el punto de vista de la sencillez de los diez años y lo contaste así, tal y como ocurrió. Muy bonito. luna-lunera
09-11-2004 Bonito cuento Marcos, cargadito de recuerdos y fantasias, esas que hacen ver que los rios negros los ensucia algún monstruo enorme, y las bicis, las caidas, los lloros ambientando el fondo, las montañas de tuberias y ladrillos, pero bueno...la inocencia es fantasía y la fantasía es realidad y máxime desde el prisma de un niño de diez, que encima siempre aún siendo niño, es el mayor. Un besito y estrellitas. airedevalencia
09-11-2004 Excelente, me atrapó esa inocencia con la que describes...Enhorabuena... Ysobelt
09-11-2004 Muy bien narrado, con elementos tan sencillos haces que uno se sienta dentro de la historia, sin aditivos conservantes ni colorantes y sobretodo sin “exagerantes”. Enhorabuena. Un abrazo Cardon
09-11-2004 Bonito recuerdo!, en realidad todos los cuentos salen de los recuerdos, aliñados con una pizquita de ingenio, ¿no crees? ondina
09-11-2004 La narración es maravillosa, es el punto de vista total de un niño de diez años, si es un recuerdo real, es un recuerdo muy bonito, de los que no se olvidan nunca yoria
 
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