Pujaba con la fuerza de 10 caballos, pues quería sentir como era el amor después del dolor que estaba padeciendo en el momento, quería sentir como era tener un hijo, pues no sabía, era amateur en eso.
La fuerza que hacía era mucha, quería parir lo más rápido posible la hermosura que hacía meses retoñaba dentro, también para eso estábamos nosotros ahí, expectantes al momento de la desembocadura.
Pero nada aparecía, sabíamos nosotros que el niño estaba dentro por lo hinchada que estaba la panza de la madre. Y aunque ella hacía la fuerza que ni cien hombres tienen, el bebe no aparecía por ningún lado.
La madre quería terminar rápido, ella quería tenerlo en brazos, mirar sus ojos cerrados pidiendo por paz y amor, quería mostrarle el mundo al cual iba a pertencer, el mundo en el cual se iniciaría en todo aspecto, en mundo en el cual se formaría.
Fue en ese momento que asomó un pié desde dentro; era una complicación. Su cabeza era frágil y al no estar primero que el cuerpo, podía sufrir algún accidente al salir de ahí.
A pesar de lo complicado de la situación, el bebe pudo salir vivo, acción que nos hizo felíz a muchos que estábamos en el lugar.
No se si el niño nació sabiendo algo que las personas no podemos entender, tal vez no le gustó su vida, no le gustó el mundo, o solo comenzó a integrar parte de nuestra sociedad con mal humor, pero lo que si se, es que por alguna razón enredó su cuello en el cordón umbilical y no quiso nacer. |