Caminaba, caminaba y caminaba
Caminaba, caminaba y caminaba sin saber por que y sin saber hacia donde caminar solo caminaba, simplemente caminaba y caminando pase por una iglesia en la cual sin saber por que me pare en frente, la mire y seguí mi camino, en ese momento una voz extraña y sin saber de donde emanaba me dijo entra la iglesia esta ahí mírala estas cerca entra, sin prestar atención a lo que pareció un simple susurro continué mi camino y Caminaba, caminaba y caminaba sin saber por que y sin saber hacia donde caminar, solo caminaba, simplemente caminaba, de repente me detuvo esa voz extraña, pero que quería? no se, y al escucharla detenidamente me dijo, por que no entras, a que le temes, regrésate y entra, aun no estas lejos, me detuve un momento mire a todos los lados y pensé por que he de entrar, si lo único que quiero es caminar, caminar y caminar saber por que y sin saber hacia donde caminar solo caminar, simplemente caminar y así continué mi camino, pero quería regresarme, quería entrar, hasta que la misma voz enfurecida y con voz de mando me dijo: te ordeno que regreses y entres. Sentí un escalofrió y sin saber por que me regrese y dirigí mi camino a la iglesia, sentía miedo, mucho miedo. Al llegar a la iglesia me pare en la puerta y me dije: bueno ya estoy aquí y que? Aquella voz extraña me dijo nuevamente entra, entré camine hasta el fondo de la iglesia. Me pare frente a la imagen de Jesús, lo mire, mire hacia atrás, mire a un indigente, un mal llamado desechable que caminaba por el centro de la iglesia, que para muchos causo repugnancia y que llevaba consigo un costal sucio y viejo, me hice a un lado para darle paso, se arrodillo frente a la imagen de nuestro señor Jesucristo., después de santiguarse, en voz alta dijo !gracias señor por permitirme ver la luz del día hoy, gracias señor por esta indigencia, por que si esta miseria viene de ti bendita sea! En ese momento no supe que decir, no supe que pensar, no supe que hacer, después de reflexionar supe que Dios me entrego una gran lección
JAVIER JÁCOME FOLLECO
verdaderamente me ocurrio |