La invitación
La primera vez que me llegó tu invitación
La rechacé
preferí quedarme con tu rival
Tu ojos me guiñaban, me seducían
Pero yo no podía traicionar a mi amada,
en ese entonces creía en su amor “eterno”,
en sus promesas de un futuro feliz
Ahora que me doy cuenta del error, tú, tú,
lo ocupas todo en mi ser
Hasta de tu bello color he comenzado a teñir mi cuerpo.
Ahora sí, ahora sí.
Acepto la invitación, correré presuroso a tus brazos
y me dejaré guiar por tu cálido torrente
como el gélido río ansía llegar al tibio mar de las Antillas.
Nunca más (y te lo puedo jurar), creeré en la otra,
Su ropa ya he quemado, sus fotos, sus regalos.
Pero tú, negro amor, por siempre estarás junto a mi.
Sea en el edén, sea junto a Iblís,
tu abrazo será eterno,
y mi pasión por ti jamás cesará.
Y en nombre de la otra, un ángel llorará
en mi lecho mortal.
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