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Es un día de aquellos. Los juegos y las apuestas y las responsabilidades y todo lo que haces; sale mal. Parece como si el mundo entero se confabulara para tanta injusticia.
Hoy en accidente involuntario perdí un regalo. Se ha arruinado cayendo al agua. Ahora sólo tengo unas pocas horas para conseguir otro. No va a ser fácil pues era un cuento que había escrito durante días, y no tengo ninguna copia. ¿Volver a escribir el cuento? No, no cuenta en las posibilidades. No recuerdo bien como era; sólo frases e imágenes que aparecen borrosas en mi estúpido cerebro. Y sí, es estúpido, porque si no, hubiera tenido el cuidado suficiente con elemento tan vital.
Para variar, un católico me dijo que su Dios me había castigado. ''Yo soy un estúpido y no un ciego como tú'', le respondí. Ahora lo que sé o mejor dicho lo que aun no sé, es que hacer para remediar esto, más importante que todos los dioses hechos y los que estén en proyecto. No se como volverlo a escribir o que podría comprar pues no tengo dinero. En estos tiempos, en este país que se cae con todos sus habitantes a un miserable abismo, no me va bien económicamente.
Para colmo, caminando por esta calle, no puedo prestar tanta atención a mis pensamientos. El ruido de las bocinas de los autos, la gente que conversa a gritos, la bulla de los alto parlantes y todo alrededor me molesta. Sólo las luces de Neón de boutiques, farmacias, restaurantes, peluquerías, etc., son lo único que me ayudan a meditar (buscar una pronta solución). La combinación de esos colores que caen sobre la gente, transformándolos en colages andantes, producen mis más pesados raciocinios. Aunque estas luces son artificiales, saben imitar muy bien a la reina naturaleza; ayudando las mismas después al aire, para que él se apodere de la voluntad de mis pasos; llevándome a cualquier lugar, próximo o lejano; paseándome por las diferentes calles de este colosal laberinto electrónico que tiene un neominotauro antropófago y demasiado voraz.

Pero todas las calles no son iguales. En unas el mal olor domina el ambiente, aparte de los proxenetas y rateros disfrazados de mujer vendiendo caramelos; otras, parecen ser las preferidas de algunos policías y alcaldes elitistas, pues en sus limpias y recién pintadas paredes el pacifismo sobresale escrito con letras mayúsculas; y en las calles que personalmente me agradan, los seres que las transitan parecen ser el producto de una mente influenciada por sustancias o pócimas extrañas; seres que llegan desde muy lejos o desde lugares sólo conocidos a través de libros o revistas.
Y allí están ellos acompañando mis meditabundos pasos hacia no se donde, buscando soluciones a lo del regalo. Uno para la única persona capaz de entender tanta locura, tanto amor en un cursi poema; la única persona que mantiene mi interés en esta ciudad, pues sólo los muertos, así lo deseen, no pueden irse a otros lados; la única que tiene ojos hablantes y labios con cadenas; la que en un día, como hace mucho ya lo hizo la escritura, dividió mi historia en dos; la que cuando me mira pone mi cuerpo a brincar por cada nube, alejándome del morbo, aunque ninguno de mis contemporáneos urbanos lo crea. Tampoco yo lo creo, no creo como mi lema ¡sin manoseo no hay amor! es inservible e innecesario con ella, que me mantiene en su influencia noche y día, volviéndome capaz de ver su rostro en los ojos de la gente, en los avisos del cine y hasta en el café mas caliente; pudiendo inclusive escuchar su voz entre el viento de la tarde o camuflada en una canción de Coldplay; porque ella es así, ella es Nella.


Era una vieja banca del parque principal. Estaba cansado de tanto caminar y deje que los músculos de la marcha se relajaran. Contemple el reloj de la catedral como aquella primera vez que lo hice. Recordé el poema de Bukowski : '' la soledad es tan inmensa que se puede ver en el lento transcurrir de las agujas de un reloj ''. Comprendí entonces que lo que él veía no era a la soledad, sino su propio reflejo en esas agujas; y es que uno por mas que tenga todo o nada en el sentido material, siempre al final del día, cuando se esta tumbado en una suave cama o en duros cartones sobre el suelo sucio de la calle, te quedas sólo consigo mismo, y si ese reencuentro resulta no grato, entonces sabrás que poco vale en este caso tu vida o si sucede lo contrario el sueño llegará inmerso en colores e imágenes placenteras.
Desde hace un buen tiempo, mas o menos diecisiete meses, lo que hago en ese reencuentro es recordar los momentos que paso con Nella. He convertido aquello en más que una medicina. Creo que, cambiando la atención del reloj a una pareja desconocida sentada en una de las bancas del frente, produciendo mutuamente miles de caricias; podría decir que es tiempo de mi dosis. Pero ahora en ellos veo nuestro reflejo, como un espejo de carne, hueso y sangre; olvidando por unos segundos el regalo y las calles y el país y la economía y los dioses y mi cuerpo y la distancia y el tiempo y las palabras.

Pasaron unos minutos. Dejé atrás el parque y el espejo. Recorro el ultimo tramo para llegar al fin del sendero luminoso, del sendero de ideas. No tengo aun la solución ni se ha asomado por ahí una rosa de jardín. Parece que ellas fueran incapaces de ser cómplices pues no halle ninguna. Sólo queda decir la torpe verdad.
Pensando tanto en aquello, mis sentidos me traicionaron, otra vez. Ahora fue el de la vista, pues no me había percatado que la puerta al extremo feliz ya estaba cerca, tanto así que podía tocarla. Lo hice. Espere luego la respuesta. Mientras tanto mis ideas fabricaban desenlaces al estilo del mejor teatro griego, llenos de sangre y órganos desperdigados por el suelo. Luego el sonido de la puerta al abrirse interrumpió la escena, volviéndome a la realidad. Sólo por un pequeño instante, ya que después de ver a Nella regrese. Esta ves ya no a ver a Esquilo o a Eurípides, sino a Goethe y a Becquer, quedando inclusive ellos tan pequeños, ante esta constelación. Y yo también estaba ahí, con mi problema sin decir nada. Esperando. Ninguna palabra llegaba a mis labios. Recordaba el regalo, nuestro aniversario, nuestros sueños. Entonces solté sólo mis sentimientos. Entonces de mi corazón salto un ''TE AMO''.

Texto agregado el 06-11-2004, y leído por 403 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
27-11-2006 astalkulo. komo jah sabrás kien soy. kimbaman
16-01-2006 Recuerdo haber visto ese reloj y sentido también los dias de sendero...muy bueno... aukisa
19-12-2004 hola compañero, me gustó mucho este cuento, me transportó por calles que nunca he recorrido, el titulo tiene magia, me encantó el final. kenshin
01-12-2004 Este es uno de esos cuentos en que uno siempre aprende algo. Aunque comprendo que ante el 'te amo' se oldive todo, seguro que Goethe con su eterno femenino te sabra perdonar en aras del amor. Estrellas. adrianu
20-11-2004 que hermoso regalo para Nella,es precioso,DECIR TE AMO hoy en dia es una palabra excepcional, no podemos dejar de valorarla. mis estrellas para ti noviembre
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