Un apacible y agitado mar
en el que se sumerge mi alma
y se limpia de las impurezas
que la obligan a mantener
el arriesgado juego
que acaba de comenzar:
El mar de su mirada
perdida en algún lugar
al que no acabo de llegar,
el azul de unos ojos
que marcan el comienzo y el fin
del margen de cielo que me cubre
como edredón infinito
en una noche helada y solitaria...
Unas pupilas que se me clavan
apuñalando mi ser,
que aún se estremece al recordar
el contacto con su indomable alma,
y la sensación de ser consumida
por el furor de mi propio fuego...
Es sólamente lo que tengo,
pero... ¿acaso deseo más...?
Una nueva ilusión tiñe de púrpura
mis amaneceres de cristal,
y el sentido común empieza
a reinar de nuevo,
mutilando mis frágiles alas...
Y..., ¿qué busco en realidad?
busco su escondido tesoro,
la belleza de su alma,
la expresividad de su ser...
Quiero desatar su espíritu
de la falsa esclavitud
de su monotonía,
y elevarla junto a la mía,
remontando el vuelo hacia
esos parajes maravillosos
que a pocas personas les son mostrados...
Vislumbro, a veces, muy tímido,
su deseo de acompañarme,
rápidamente sustituido por esa cordura
que le impide caminar a mi lado
sobre las aguas de ese manantial
cálido, juguetón, plácido..., prohibido.
Sólamente deseo que conozca
la plena y absoluta felicidad
que regala el poseer la libertad absoluta
de un alma condenada a la esclavitud
de permanecer encerrada y escondida
en ese leve y efímero soporte material:
SU CUERPO...
(30/05/98) |