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Inicio / Cuenteros Locales / La_Columna / Don Quijote y los ‘best-sellers’ (de mi columna sabatina, por Moebiux)

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Ahora mismo en España –y, por extensión, en América (no me gusta la expresión América latina, cuando los sajones son minoría, qué coño)- se está celebrando el 400 aniversario de la aparición de El Quijote. Han aparecido, y aparecerán, diversas ediciones del clásico de Cervantes, desde las más eruditas hasta una versión destinada a los niños. Humildemente os recomiendo una que ha lanzado el Instituto Cervantes, con el académico Francisco Rico a la cabeza, compuesta de dos volúmenes: el primero donde se recogen las dos partes del Quijote, con profusas notas aclaratorias sobre el sentido del texto, además de diversos prólogos; y un segundo volumen de apéndices. Es decir, una edición válida tanto para aquel que quiera releer esta obra y sacarle el máximo jugo como para el estudioso que quiera profundizar. Y aclaro que no percibo ninguna comisión ni trabajo para la editorial. Tan sólo que me he gastado los 50 euros que cuesta y a ver si soy el único pringao que afloja la pasta, que las penas compartidas son menos, qué leches.

Pero tranquilos, no voy a hablaros del Quijote, puesto que no estoy capacitado para decir nada nuevo o interesante que no hayan dicho otros ya. Lo del Quijote viene a cuento porque hay un tema que me interesa y que viene a colación, el de los best-sellers. Ya que el Quijote es y ha sido un best-seller, vamos a charlar un poco sobre ese tema tan controvertido por expertos y aficionados a la literatura.

Lo primero que conviene dejar claro es que el término “best-seller” –amén de ser un término sajón innecesario, cuando tenemos aquí la sencilla expresión de “más vendido”- es un término puramente comercial: lo podemos aplicar tanto a libros como a fregaplatos. Es, en consecuencia, ajeno a la calidad literaria, tanto por defecto como por efecto. Lo que quiere decir que un libro muy vendido tanto puede ser una obra magna de la literatura (léase el Quijote, Cien años de soledad), como una novelita para pasar el rato.

Teniendo en cuenta esto, está la otra faceta del tema: la discusión sobre si las editoriales deben o no centrarse en publicar libros “best-seller” y sobre si los más vendidos son libros malos, literariamente hablando. Es decir, ya sabéis que siempre hay crítica –negativa- hacia los libros que venden mucho. El típico esnobismo que convierte cualquier éxito editorial en “novela vulgar” y que eleva a los altares a aquella obra que sólo leen unos elegidos.

Pues bien, aun siendo un servidor de ustedes alguien reacio a los intereses comerciales, a la mercadotecnia y al mundo empresarial, hemos de reconocer una cosa: una editorial es una empresa, y una empresa subsiste si es capaz de generar dinero. Si no genera dinero, quiebra. Y, en consecuencia, cierra. Por lo tanto, siguiendo esta sencilla ecuación, una editorial necesitará siempre de libros que vendan, que tiren del carro, que les permita obtener beneficios para poder publicar así otras obras que no venden lo suficiente para hacer rentable su edición. Me informaron recientemente que en México un libro de éxito permite a la editorial lanzar nueve libros más que no son rentables. No sé si en España será exactamente igual, pero me figuro que la proporción no será muy diferente.

Por lo tanto ya tenemos un motivo para hacer deseables –o, más bien, necesarios- los tan controvertidos “best-sellers”. Ya sé, es una pura razón comercial, cierto. Pero ayuda a que se siga publicando literatura, a no ser que deseemos que el Estado se dedique a subvencionar libros, idea que puede parecer atractiva para algunos pero que esconde el peligro de tener una cultura dirigida por el poder de turno (imaginaos libros subvencionados por Aznar, o por Vicente Fox, por favor, ¡qué horror!).

Por otro lado existe la eterna discusión de que la gran mayoría de esos libros tienen una calidad literaria ínfima, cuando no insultante. No niego la mayor, pero también aviso de lo que decía antes, el esnobismo. A mí, francamente, me preocupa por ejemplo que la gente no lea. En España, tan europea ella, casi la mitad de los españoles reconoce no leer un libro en todo el año. Y un cuarenta por ciento admite no haber leído un libro en su vida, dato que me asombra (¿creerán que tiene algo contagioso, eso de tener un libro entre las manos?). Teniendo estas cifras, ¿qué queremos? ¿Qué toda esa gente pase de no leer a leer clásicos u obras de profundo calado intelectual? Suena ridículo, sencillamente no lo van a hacer. Es como pedirle a alguien que jamás ha visto una película de cine que se ponga a ver Bergman y que nos analice su contenido.

Y respecto a los que sí leen, la gran mayoría acude a la lectura para conseguir entretenimiento, palabra denostada en nuestros días debido a la ínfima calidad de la televisión. Muchos leen un libro mientras acuden a su lugar de trabajo o estudio, en el metro o autobús. Otros antes de dormir, mientras llega el sueño. Los hay que acuden a la lectura en su tiempo de ocio, en sus vacaciones. Y esta gente –entre la que yo también me incluyo, claro está- quiere que la historia les emocione, les intrigue, les transporte a otro lugar, a otro tiempo, que les evada, que les llegue. ¿Es eso malo? No, claro que no. Por supuesto yo procuro disfrutar, y disfruto, de lecturas que quizá se alejen de las listas de ventas, pero yo tuve la suerte de poder estudiar, de tener formación universitaria, lo que me formó, fundamentalmente, para ser capaz de disfrutar de libros que en manos de otra persona serían un tostón. Es decir, yo tuve un entrenamiento, al igual que el que ha practicado deporte habitualmente es capaz de correr varios kilómetros por puro gusto cuando yo vomitaría como un descosido hasta las papillas de mi infancia si me obligaran a recorrer esa distancia sin vehículo mediante.

Pero es que aún hay más: por mucho que se escandalicen los puristas del gremio, las editoriales seguirán lanzando libros de consumo masivo. Lo triste es, por ahora, que esos libros son en su mayoría traducciones de novelas estadounidenses, que nos hablan de una sociedad que no es la nuestra, con una mentalidad que no es la nuestra y unos valores que son intrusos. Un ejemplo: me repatea que en cualquier quiosco de mi país sea fácil de encontrar novelas de ese tipo llamado Tom Clancy. Este señor –por llamarle de alguna manera- es un adorador de las armas, un antiabortista furibundo, un anti-divorcio, machista, racista... En fin, un pseudo-nazi disfrazado de republicano americano (bueno, como casi todos los republicanos yankies, ahora que pienso). ¿Qué coño hacen todas las novelitas de este señor por todos lados? Pues bien, que algunas de sus historias han sido llevadas al cine y que una traducción siempre es más barata que una edición nueva.

Ante eso sí que tenemos que rebelarnos. Particularmente me alegro del éxito que están teniendo escritores como Carlos Ruiz Zafón con “La sombra del viento”, o Matilde Asensi y su “El último catón”, o Julia Navarro y “La hermandad de la Sábana Santa”, o Pérez-Reverte y su ya prolija obra. Me alegro porque significa que las editoriales se están dando cuenta que se puede ser rentable publicar en español, porque son obras que se están traduciendo a otros idiomas y que están sirviendo de punta de lanza para otros autores en mercados nuevos. Porque significa que se pueden conseguir obras que cumplan su faceta de entretenimiento sin ser obras de escritura simplona y de moralidad reaccionaria. Porque abre las puertas –o las reabre- a que exista un mercado propio sin tener que acudir al consabido éxito anglosajón que, sin rechazarlo totalmente, claro, nos cuela a veces obras de un gusto más que dudoso y de un contenido que chirría con nuestra forma de pensar, de vivir.

Al fin y al cabo, recuerdo una vez más que el Quijote fue, antes que un clásico, un libro de gran éxito de ventas que está trufado de sabiduría popular, que no es una novela compleja con voluntad de llegar a los “elegidos”, sino que Cervantes consiguió renovar –e instaurar la novela moderna- casi sin darse cuenta, basándose siempre en el sentir popular y con una clara vocación de llegar al máximo número de lectores posible. ¿Es eso malo, querer pretender llegar a los lectores? No, no tiene por qué serlo. Porque se escribe para comunicar, para hacernos entender, para emocionar, hacer pensar. En definitiva se escribe para estar y sentirse vivos.

Y, para la posteridad, nada mejor que una estatua.

O una bonita lápida.


Texto agregado el 06-11-2004, y leído por 2306 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
16-09-2008 CLAP CLAP CLAP CLAP CAP! Aplaudo y secundo tus palabras, claro que sí. nada que añadir, tan sólo estrellas nayru
02-07-2005 Los best-seller deberían ser libros así de buenos como el Quijote, es una lástima que no siempre la buena literatura llegue a las masas. -Odin-
07-11-2004 totalmente de acuerdo... para nada ser best-seller es sinónimo de bazofia... las habrá, claro está, pero también los hay que son buenos y fáciles de leer... siempre he creído que la mejor obra es la que dice algo a todo el mundo, busque lo que busque y lea con la preparación anterior que lo lea... Por ejemplo, recuerdo un libro que me marcó en su momento, "Las Cenizas de Angela", fue best-seller, también premio Pullitzer, y uno de mis favoritos para el resto de mi vida... Tienes razón con el Quijote... además de ser una obra maestra, llegó a todos, ahi está parte de su mérito. Uno de los mas importantes... a todo el mundo le decía algo... Estupenda columna... estoy con Barrasus... tendrás que invitar a mucho cardhu cuando publiques tu primer best-seller.. yo no te lo pienso perdonar ;-) Un besazo anapolar
06-11-2004 Tus razones son muy apreciadas. Si como politica la editorial, requiere de los mas vendidos para sostener el negocio y ayudar a otros textos, menos vendidos, pues es positivo. Nuestro problema es que las ediotriales solo desen los mas vendidos y hagan de esto su politica.. un abrazo y buen editorial... sendero
06-11-2004 Muy interesante... Debo decir que debido al poco tiempo que tengo suelo leer sentado en el trono... precisamente estoy releyendo el quijote, en cuanto a los " más vendidos " no te falta razón, yo leo para entretenerme, ya sea riendo, llorando, pasando miedo o aprendiendo, eso es lo que busco, la calidad no está reñida con la cantidad, el día que vendas tu best-seller charlaremos sobre este tema mientras tomamos un Cardhu con unas conchas finas... barrasus
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