Dos meses. Una eternidad.
Hace exactamente 58 días, recibí la última comunicación desde la tierra.
Me informaron que yo era el único sobreviviente de la Misión de Exploración Espacial.
Nuestra nave, después de salir del sistema solar, fue atraída por una gigantesca nube de energía. Yo logré abordar la boya de rescate y ser expulsado de la nave pocos minutos antes de la inevitable explosión. Me comunicaron también que debido al alto grado de radiación a la que fuí expuesto, cabía la posibilidad de perder la memoria de hechos inmediatos antes de la explosión. Lo cual es cierto pués lo último que recuerdo es mi ingreso en helicóptero a la base aérea de Arizona. Por último me ordenaron mantenerme vivo. Esa fué la última vez que escuché la voz humana.
Dos meses, hoy cumplo dos meses de solitaria permanencia en el espacio.
Me llamo Tom Harris, soy astronauta, tengo 34 años, y pertenesco a la Misión de Exploración Espacial de la Fuerza Aérea Norteamericana.
Me encuentro a bordo de un BOL-27, una boya de salvamento espacial con capacidad para cuatro tripulantes, que sirve para escapar de una astronave en caso de peligro inminente. El BOL-27 carece de propulsión propia, solo flota en el espacio a merced de las fuerzas inter-estelares, emitiendo periódicas señales de ubicación a través de su sistema UPS (Universal Position System), hasta que alguna nave logre rescatarla.
Consta de cuatro asientos anatómicos reclinables, posee un sistema de reciclaje de oxígeno, agua y alimento hasta por dos años de uso contínuo y un moderno sistema de servicios higiénicos. Tiene también un mini generador atómico que brinda energía a todos los sistemas de la nave.También tiene un monitor de alta resolusión que me sirve de ventana para ver el espacio exterior y una compuerta que sólo puede abrirse por fuera.
En el piso 17 del Centro de Investigaciones Psicológicas para el Desarrollo Espacial, en una Base de La Fuerza Aérea Norteamericana, en Arizona; se encuentra el Coronel Craig, con una bata blanca, observando detenidamente cada detalle de su experimento a través de los monitores. El Coronel Craig, un hombre rudo y de pocas palabras, experto en bio-psicología, era el responsable del Experimento 339. Aunque era un hombre de muchos conocimientos, enfocaba sus experimentos basándose en su instinto; por esta razón pasaba tanto tiempo observando a sus pacientes a través de los monitores haciendo caso omiso a los fríos resultados de las computadoras.
-Coronel Craig! - Exclamó un ayudante, entrando al laboratorio con un impecable uniforme blanco.
- El senador ya está aquí.
- Está bien, Daniel - respondió el Coronel, quitando su vista del monitor y haciendo un gesto de desagrado.
- Acomódalo en el salón de descanso y dile que voy en cinco minutos.
El Senador Walter C. Wolf, mundialmente conocido por la defensa de los derechos humanos, no se sentía muy agusto en la confortable sala de espera. Tampoco se dejó impresionar por la espectacular entrada del Coronel Craig luciendo su uniforme completo con todas sus condecoraciones.
-Senador Wolf, es un placer tenerlo en nuestro Centro de Investigaciones. Recibí ordenes explícitas de atenderlo personalmente; quiere que lo lleve a conocer las instalaciones?
-Coronel, para mi no es ningún placer el haber venido hasta este lugar; tampoco vine a pasear por las instalaciones, estoy en este lugar cumpliendo mi deber como senador de la nación. Leí sus informes y me preocupan mucho sus experimentos y la libertad que le han dado para realizarlos con seres humanos. Sabemos que se han invertido muchos dólares en estos experimentos, pero considero que más importante que el dinero es la integridad de nuestro material humano.
Dos Meses y medio.
Llevo 75 días en el espacio y me preocupa. No se si lograrán encontrarme, a veces pierdo las esperanzas de ser rescatado. Soy un astronauta rigurosamente entrenado, capaz de enfrentar cualquier situación, frío y calculador, sin temores ni complejos, con un record de 5 viajes espaciales y ... con unas ganas tremendas de llorar.
Desde hace varios días tenía un presentimiento. Por momentos sientía una presencia extraña en la cabina. Ahora sé lo que es. Se trata de mi mano izquierda.
Está conectada a mi cuerpo pero creo que tiene vida propia. Esta mañana me arañó la cara y el pecho. Parece que se está comunicando con aguien del exterior y se proponen eliminarme. Logré sentarme sobre ella, pero no deja de retorcerse tratando de lastimarme. Por momentos pienso en rendirme y acabar con esta angustia, pero debo ser fuerte y cumplir con la última orden que recibí desde la tierra... sobrevivir.
-Coronel Craig!- dijo el senador- Creo que ya es suficiente. Hasta dónde quiere llegar? Le ordeno suspender inmediatamente el experimento.
-Escuche, senador, quiero que entienda que sin experimentos como este no podríamos desarrollar hombres con capacidad de permanencia prolongada en el espacio, además un civil como usted no tiene la autoridad para suspender este experimento. Asi que por favor retírese de mi laboratorio y deje de intervenir en asuntos militares.
-No me interesan los protocolos militares, no se da cuenta que es inhumano drogar a un hombre, encerrarlo en un cuarto y hacerle creer que está abandonado en el espacio completamente solo? Ese pobre hombre se está volviendo loco. No se puede jugar con los valores y los sentimientos humanos, sólo Dios puede ponernos a prueba y usted no es Dios, sino un desequilibrado mental con poder en sus manos. Gente como usted empobrecen nuestra gran nación. Inmediatamente informaré al Pentagono de todo este asunto y pediré autorización al mismo presidente para desmantelar este absurdo proyecto.
Dos meses y diecisiete días.
La radio continúa muda.
La mano me odia, debo matarla antes que le informe mi ubicación a los enemigos.
Estoy llorando, nunca pensé que llorar me hiciera tan bien, afloran mis sentimientos, aflora mi parte humana. Quiero ser como una máquina, pero a quién quiero engañar? Los astronautas tenemos sentimientos!
Bajo mi asiento encontré un maletín con objetos de supervivencia. Entre ellos hallé una pequeña hacha y la escondí esperando el momento oportuno para atacar la mano enemiga. Trato de no pensar porque si la mano izquierda todavía forma parte de mi, no debe de enterarse de lo que se propone mi mano derecha.
- Coronel! Dios Santo! Harris se cortó un brazo!- gritó un ayudante.
- Abran la compuerta inmediatamente!- vociferó el Coronel - Médico, enfermeros, vengan conmigo!.
Los segundos que demoraban en abrir la compuerta parecían interminables. Todos actuaban febrilmente en medio de gran confusión.
El Coronel fue el primero en entrar y antes de poder reaccionar recibió un golpe mortal de hacha en la frente. Dos enfermeros lograron aplicarle un fuerte sedante a Harris quien se desplomó instantáneamente.
- El Coronel está muerto.- Dijo el médico - Lleven a Harris a la enfermería, se está desangrando.
Los dos cuerpos fueron retirados del lugar y nadie se percató de la figura del senador Wolf, en la puerta del laboratorio. El senador rompió en silencio la orden del presidente donde ordenaba al coronel Craig suspender el experimento 339.
Dos meses y veinte días.
Estoy prisionero de los enemigos.
Lamentablemente la mano dió aviso a los suyos y justo cuando la estaba eliminando fuí descubierto y capturado.
Estoy atado a una camilla y me siento muy preocupado.
Me siento desilusionado y decepcionado, porque ahora la otra mano me quiere traicionar... |