SIGNO PESO
No entendía nada de lo que estaba pasando, fui simplemente una espectadora en ese momento y ellos dos, los protagonistas. Fue un domingo a las 7:30 de la mañana, creo, aun estaba medio dormida y no espabilaba. Golpearon la puerta, me dolió la “guata” en ese mismo momento, sabía que no era nada bueno, para mi por lo menos; Cuando Odiseo se asomó por la ventana pude dilucidar que algo no andaba bien, era la mamá de su hija, su ex mujer, su fantasma, mi perdición. ¿Qué quiere?, le pregunté, casi descontenta – ¡y a esta hora¡. La noche anterior habíamos sido cómplices de muchas aventuras entre estímulos y otras instancias dignas de un sábado por la noche, andábamos con la “caña mala”. Rápidamente se vistió y bajo a abrirle la puerta sin pensarlo mucho; podían ser muchas cosas: le paso algo a la niña, le pasó algo a ella; algo importante al fin y al cabo, algo que la traía desde el Sur a Santiago, a esa hora, en esas condiciones: al escuchar su voz pude concluir que estaba algo ebria, le preguntó si estaba conmigo y le dijo que necesitaba hablarle urgentemente, Odiseo se cercioró de que estuviera bien y subió a ponerse mas ropa, me besó la frente y me dijo que iba a hablar con ella a la calle, que volvía enseguida. Yo confiada no le dije nada y simplemente le dije que se apurara, nada mas. Después de un rato Odiseo volvió, algo nervioso, con cara de culpabilidad, me miró y me mintió: me dijo que iba a ver a su hija, que Mayne había viajado desde lejos para que viera a su hija y que no desaprovecharía esta oportunidad, y sin que le preguntara nada la disculpó de su estado etílico diciéndome que “ella siempre toma cuando viaja”. Se fue, me dijo chao desde la puerta y yo aún en la cama no entendía nada, me asomé por la ventana para preguntarle a que hora regresaría y mi sorpresa fue al ver que ella lo esperaba en las escaleras del block, con su cara bonita, nariz respingada, pero de evidente ebriedad y ansiedad. Me vio y se puso seria, luego sonrió entre si; mi interpretación de su mirada en ese momento fué: “viste que siempre va a correr hacia mí”. Me sentí tan engañada por los dos; El, por no querer asumir que cada vez que ella aparecía, sus cañuelas temblaban y aquellas mariposas guardadas en el fondo de su orgullo no le permitían respirar bien. Ella, porque apenas supo que Odiseo había rehecho su vida al lado de una mujer luego de que se separaran, se apresuró en adelantar su vuelta de las vacaciones a lo “cuica hippie” “mochileando” por todo el sur, pero con una cuenta corriente, producto de la herencia de su difunto padre, de la no menos despreciable suma de 150 millones de pesos. Ellos se conocieron cuando eran muy jóvenes: Odiseo 20 años y ella 14. Primer pololeo, furtivo, lleno de promesas y aventuras por todos Chile, ambos de familias acomodadas, ella mas que el. De ese amor nació la Raquel, su bella hija que a estas alturas debe tener 7 años, vivieron juntos y felices durante dos años en el departamento en el que ahora yo estaba rehaciendo mi vida, y un día ella se fue, peleaban, ella mandaba, ella tiene dinero, el no tanto, ella tiene poder, el era su “títere”. Pasaron cinco años y cada uno hizo lo que pudo para olvidar lo sucedido, ella se gastó casi la mitad de su dinero en vivir de la forma mas holgada y exclusiva: muchas fiestas, ropa y lugares bonitos, gente linda y de su mismo nivel. El, en su mundo de seres de clase media en donde “en el país de los ciegos el tuerto es rey”, el es casi un rey en su mundo, habla fuerte, camina silbando afinadamente y no escatima en saludar muy alegremente al que merezca su saludo. El es especial, es querible y yo lo estaba queriendo, lo estaba amando. Todas esas cosas y muchas mas terminaron por ocupar mi mañana de una forma nerviosa, con la incertidumbre rondando mi cabeza y ¡maldita imaginación¡, siempre me hace lo mismo, juega en contra mío, yo no soy “royera”, las mujeres en general no lo somos, pero es la imaginación la que nos termina por convertir en seres emocionales.
Llegó la noche y Odiseo no llegó, dormí algo y al otro día me fui a la casa de mi madre, a ver si podía dejar de pensar en lo que podría haber pasado entre ellos aquella noche. Al oscurecer llegué al departamento, aun no llegaba, mi desesperación se volvió mi enemiga y lloré desconsoladamente. Me fui a la cama y logré calmarme un poco, cundo de repente siento abrirse la puerta, Odiseo había vuelto. ¿Cómo lo enfrento?, ¿le hago un escándalo?, ¿recojo mis cosas y me largo de aquí dignamente?, me pregunté. Serena baje las escaleras y me quede sentada en la mitad, lo vi en el sillón, me miró y levantó los hombros; ¿qué te pasó?, le pregunté- Me perdí- me respondió, - ¿con la mamá de tu hija?- continué. Comenzó a contarme que había estado con la Raquel y que siempre se quedó con ella, que la Mayne le había pedido perdón y que se dieran una oportunidad, que nunca lo olvidó y que se fueran juntos a vivir al Sur. Mis ojos explotaron otra vez y comencé a llorar, me pidió perdón, aun me lo pide, le dije que me iría, no me dejó. Nos fuimos a la cama e hicimos el amor, tan apasionadamente como siempre. Sentí que nada había cambiado, que el realmente estaba comenzando a quererme y a olvidar a Mayne. La mañana siguiente fue como cualquiera, hicimos el amor otra vez y nos levantamos, me quedaban pocos días en ese lugar, comencé a preparar mi partida, con mucho dolor pero era lo mas sensato que podía hacer. En esos tres días Odiseo pudo sincerarse, me contó que Mayne le había ofrecido pagarle un viaje a España, con todo incluido para el poder ganar mas dinero que lo que gana acá en Chile, “allá la albañilería es mejor pagada que aquí”, me decía y yo solo veía dos “signo peso” en su mirada, uno en cada ojo. No lo justifique jamás, además porque me confesó no quererla tanto, pero el viaje era mas atractivo que rehacer su vida con alguien que lo aceptó tal cual es, que se enamoró de su simpleza y su forma de silbar, que jamás lo tendría como a un títere, porque el sabe que nada es gratis y todo se paga, hasta los viajes a Europa. Ahora me encuentro grabándole un disco, para que me recuerde en España, un compilado con temas propios de nuestras instancias de pasión: algo de Jimi Hendrix, Pink Floyd y B.B. King, además de alguno que otro tema de Led Zepellin. Se va a reír solo cuando lo escuche. No me va a olvidar, siempre me llama, siempre me va a llamar, pero yo nunca voy a tener 150 millones... o tal ves si.
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