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Capítulo 5

Ya todo estaba resuelto, se sabía la identidad del asesino, quién sería la víctima esta vez, pero ¿Lograrían detenerlo?...

El hombre se había hecho cargo de su hijo desde que era tan solo un infante de aproximadamente unos cuatro años luego de que su madre, enamorada de un actor de cine de tercera, los abandonó dramáticamente como si hubiese sacado la idea de uno de los tantos films que tanto la apasionaban. Desde muy pequeño el niño se había destacado por su carácter silencioso, falto de la dulzura materna y lo único que conservó como una obsesión, a lo largo de toda su vida, era el gusto por las galletas de jengibre que su madre amorosamente le horneaba, kilos de galletas con formas de animalitos, para luego sentarse a ver películas de cine barato protagonizadas por el hombre que le quito el amor de su madre.

Ya mayor, se transformó en un ser esquivo, demasiado astuto y lector compulsivo de cuanta novela policial llegase a sus manos. El hombre encontró allí la posibilidad de canalizar su propia furia, desarrollando una personalidad sicopática que era avalada por su padre no menos frustrado y no menos loco, estableciéndose entre ambos una curiosa sociedad del crimen. Flin se documentaba de la estrella a “asesinar” y luego buscaba al azar en la guía telefónica a aquella que sería la futura víctima. Una vez individualizada, recurría a sus dotes actorales, disfrazándose de lo que considerase oportuno para ganarse la confianza de sus víctimas. Finalmente, el toque final lo aportaba Frank, quien llegaba enviado por su padre a sus departamentos mediante cualquiera excusa.

-¿Por qué la víctima catorce fue asesinada en la calle? ¿Para despistar?

-No, la razón fue otra. Una más dura. Ella era la madre de Frank. Natalie se fue con otro hombre cuando mi hijo era muy pequeño y lo dejó abandonado. Nunca le quise decir quien era su madre porque sabía que él se pondría furioso, pero un día descubrió unas fotografías que yo tenía ocultas y tuve que contarle todo. Como suponía, Frank se salió de sus casillas, trató a su madre de prostituta y juró vengarse.

-¿Y por qué fue asesinado el tipo homosexual?

-Ese caso fue diferente. Mi hijo lo amaba pero cierta vez lo sorprendió en su casa con otro tipo y se sintió engañado. Mi hijo simuló su furia y se retiro del lugar pero regresó más tarde y lo asesinó. Creo que fueron doce puñaladas pero pudieron haber sido mil. Mi hijo sólo se contuvo porque podría ser considerado sospechoso. Entonces lo sumó a la serie y creo que logró su objetivo.

-Ahora lo veo todo claro- exclamó Brian. –Le ruego que nos diga el paradero de su hijo. Es mejor que termine esta escalada criminal, le prometo que será internado en una clínica siquiátrica. Bueno, usted por supuesto ya tiene asegurado su ingreso a una de ellas.

El hombre titubeaba ya que se encontraba en una verdadera encrucijada. Al fin, resignado por la situación en que se encontraba, llamó a Brian y le dijo muy quedo:

-Esta madrugada, a las dos de la mañana, en el puente de la calle Morgan. Así lo dispuso mi hijo para escenificar la escena de una película que lo dejó muy impresionado.

Eran las dos de la mañana cuando Brian, Stephen y una numerosa guarnición de policías, se apostaron en las inmediaciones del puente. La noche era oscura y de no ser por las escasas luminarias, no se habría podido distinguir nada. Hacía frío por lo que los detectives bebían café con pan dulce parapetados detrás de unos arbustos. La tensión se hacía notar en sus rostros. Estaban a punto de descubrirlo todo.

Faltaba un cuarto para las dos cuando se escuchó el sonido apagado de un motor. Todos se pusieron en guardia cuando apareció un furgón azul, el que luego de recorrer un corto tramo, se estacionó en la ribera. Un poco después, se abrió una de las puertas delanteras y descendió de ella un tipo alto y delgado, completamente vestido de negro. Después se dirigió a la puerta trasera y ayudó a descender a alguien que era por supuesto la señora Bacall.

Esta, algo aletargada a juzgar por sus movimientos torpes, caminó por sobre las piedras con paso oscilante. Cuando estuvieron a escasos pasos de uno de los pilares del puente, el tipo la empujó con violencia y la mujer se desplomó al suelo. Entonces, el individuo, extrajo algo de sus bolsillos, algo que brilló apagadamente por el reflejo de las luminarias. El llanto de la mujer se confundió con una especie de monólogo en que el tipo parecía repetir un parlamento aprendido de memoria y después que terminó de hablar, se acercó a su víctima enarbolando aquella fatídica arma.

-¡Detente Frank!- gritó el detective Brian. -¡Estás rodeado!


Al instante potentes focos iluminaron el lugar destacándose claramente la estampa del asesino y el de la mujer secuestrada. Frank, tomado de sorpresa, titubeó un segundo, pero al instante, se lanzó en loca carrera hacia el río, ocultándose detrás de los pilares.

-¡No disparen!- gritó Brian –¡Lo quiero vivo!

Stephen y dos policías fueron en su persecución. El tipo luchaba con la fuerte corriente y daba grandes braceadas mientras sujetaba el puñal con sus dientes.

-¡Ríndete Frank! ¡No tienes escapatoria!

El criminal se sumergió en las oscuras aguas. Pasaron varios minutos antes que reapareciera frente al detective y como un temible anfibio se abalanzara sobre él con su mano derecha aferrando el arma asesina. Stephen sintió que el metal se hundía en su hombro y lanzando un alarido de dolor, tuvo apenas la intuición de esquivar la segunda estocada que buscaba silenciar su corazón. El criminal pasó de largo, lo que aprovechó el detective para golpear su nuca con la pistola. Frank fue sacado inconsciente de las aguas y Stephen enviado a la enfermería.

-Esta noche las estrellas podrán dormir tranquilas, le comentaba Brian a su ayudante, quien, recostado en la camilla, asentía a duras penas. La herida no había sido profunda pero le dolía bastante.

-Ese endemoniado tipo. Espero que lo saquen de circulación para siempre-musitó el ayudante, terminando la frase con un quejido.

-Serán dos los que dejarán de molestarnos. El padre y el hijo, ambos locos como una cabra y peligrosos como un ejército de gurkas. ¿Sabes quien te mandó saludos?

-¿Quién?

- Freddy.

-¿Y quien es ese Freddy?

-El perro despreciado por los Flin.

-¿Pero no se llamaba Jengibre?-

- Ese era su Nick, ojalá no se le hayan pegado las malas costumbres.

- Una risotada mutua rubricó la extensa y peligrosa jornada…


F I N


Próximamente: “CRIMEN EN LA CATEDRAL”

Texto agregado el 04-11-2004, y leído por 234 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
05-11-2004 Muy muy bueno. Me ha gustado de principio a fin. La historia no decae en ninguno de los capítulos. Muy bien redactado. Me han gustado mucho los personajes y toda la trama incluidas las pistas falsas. Mi felicitación para ambos. Un saludo de SOL-O-LUNA
04-11-2004 mis 5 estrellas! MAndril
04-11-2004 ¡Bravo! ¡Bravo! (Aplausos) Buenisimo final, a tono con toda la historia...Fantástica...Maravillosa yoria
04-11-2004 Habeis fabricado un asesino en serie perfecto. Muy buenos los diálogos y la puesta en escena. Besos a los dos y estrellas. graju
04-11-2004 Asesinatos a granel, intrigas, pistas, cierta dosis de psicosis, en una novela para disfrutar. Muy buena. Shou
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