cuando la noche me invita a cerrar los ojos,
y con argumentos vagos, autoritaria, energica,
me ruega que descance, olvidandose, que ella misma y la oscuridad natural me enamoraron con su luna, en complicidad con las estrellas, con asistencia casi perfecta de todos sus puntitos fosforencentes; con ayuda, ademas, de los aguijones que sus emisarios clavaron,
hasta en mi sudor, es que ahora no puedo pegar un ojo.
la noche traviesa y escatologica,
que me pertenece, en este mundo que a la intemperie llevo, como lleva la giconda su marco y sus admiradores; no borraran las huellas de mi pasado, por el contrario, tallaran en mi corazon un surco, para que mi espiritu simpatico renasca de entra tanta tristesa y ansiedad. |