Eran las 11 de la noche cuando regresé a casa después de una reunión con amigas, ya es tradición que cada 2 de Noviembre vayamos a la playa para platicar sobre leyendas o mitos en torno a los muertos, tradición también se ha vuelto el que ellas traten de convencerme de que los espíritus nos rodean, que caminan entre nosotros, que por las noches pueden verles, cansada de decirles que no les creo nada y de búrlame de sus creencias, opté por retirarme más temprano.
Estando ya por dormirme de pronto el sonido del timbre me sobresalto, tenía tanto sueño que preferí quedarme acostada, ringgggg.....volví a escuchar minutos después, ante tal insistencia no me quedo otra que levantarme, al abrir la puerta vi un grupo de personas que portaban un gran vela tipo bautismal, por la neblina no pude distinguir sus rostros pero si percibí que de sus obscuras ropas salía un olor desagradable, iba a cerrar la puerta cuando una voz me detuvo.
- ¿Por favor, podría usted cuidarnos esta vela hasta el 30 de Noviembre?
- ¿Por qué yo? Le respondí.
- Cada año –me dijo- escogemos a una persona para que nos la cuide en lo que regresamos a nuestros lugares, nunca nadie se ha negado pues no requiere de cuidados especiales, solo colóquela en su recamara y no se preocupe pues nunca se apagará.
Pensando que estas personas no tenían ni donde dormir, acepté.
- Gracias linda, recuerda que a la medianoche del 30 de Noviembre regresaremos por ella.- con esas palabras se retiraron.
Me quedé en la puerta sosteniendo la vela mientras observaba pasmada como se alejaban silenciosamente, hasta parecía que flotaban.
- El sueño me hace imaginar cosas- me dije a mi misma riéndome por dentro.
Luego de colocar la vela junto a mi cama me dispuse a dormir, al día siguiente cuando mis familiares llegaron a la casa, les conté la experiencia y tomando la vela me dirigí hacia ellas para enseñárselas, un grito desgarrador surgió de la garganta de mi madre, la palidez y el miedo en la mirada se apodero de mis tías que corrieron a abrazarla.
- Eso es el hueso de un muerto.- exclamó una de ellas
- ¿Sabes lo que significa?.- le preguntó otra a mi madre.
- Si, -dijo ella entre sollozos- a menos que sacrifique un recién nacido antes del último día de este mes, los espíritus vendrán por mi hija para llevársela.
Mi risa las interrumpió, mientras les decía que ese tipo de bromas ya me las han hecho anteriormente, reconociendo claro, que se lucieron pues ha sido de las mejores, ellas no creyendo lo que oían, se retiraron no sin antes advertirme que no era una broma, que les creyera antes de que sea demasiado tarde.
Haciendo caso omiso a dicho comentario dejé la vela en su sitio para ir a mi trabajo, en la noche de pronto me levanté con un grito lleno de pánico. Tenía los ojos hinchados, las lágrimas atravesaban mis mejillas para ir a desaparecer entre las ropas de la cama; de las que me sujetaba como un loca, la oscuridad era casi total, a no ser por la columna de luz que penetraba debajo de mi puerta y la vela que ajena a todo seguía encendida.
- ¡Algo se estaba moviendo a los pies de mi cama!.-exclamé
Luego de unos minutos, acurrucándome de nuevo, ya mas calmada, me dije que solo había sido una pesadilla, misma que de fué dando todas las noches y la intensidad de mi miedo era cada vez mayor.
Convencida que esto lo ocasionaban mis tías y mis amigas con sus comentarios hacia el “hueso”, que según ellas era esa linda vela hacia la cual ya me estaba acostumbrando, dos días antes de que terminara el mes, decidí alejarme de su compañía.
En la noche del 30 me recosté tratando de encontrar la manera para que no se la llevaran, sabía que no sería fácil hacerles renunciar a ella, pero algo se me ocurriría, sin darme cuenta me quedé dormida.
Sentir que algo se movía dentro de las sabanas hizo que me despertará sobresaltada.
- Otra vez esa pesadilla.- pensé mientras sentía como un viento helado me envolvía, en una oscuridad total, pues la vela se había apagado quizá, a causa del viento, recostándome de nuevo me dije que lo mejor sería dormirme e ignorar a los que vendrían por ella, total, esa noche regresarían a sus lugares de origen, feliz sabiendo que me quedaría con tan preciada vela, cerré los ojos abandonándome a un profundo sueño.
Tan profundo que no advertí la mano que me acompañaba bajo las sábanas, una mano eternamente fría y descarnada. La mano que me llevó, de un tirón, al otro lado de la oscuridad.
- Vamos. -me dijo alguien- ya es hora de levantarnos.
Al hacerlo me vi envuelta en una túnica negra, en medio de un bosque que sabía había visto antes, extrañada miré hacia atrás para preguntarle a la persona que me despertó en donde me encontraba, entonces vi algo que me impactó...
Era mi lápida y en ella estaban escritas estas palabras:
Regina Díaz Gutiérrez
1980-2003
MURIO POR NO CREER
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