Un viento árido sopla la llanura desolada,
Arena esparcida, a imagen del corazón,
Fragmentos inconexos, volados por los aires,
Almas extraviadas, que no encuentran el camino
Miedo, frialdad, soledad.
La noche es fría a la pálida luz del recuerdo,
Amigos que vinieron,
Calentaron la vida con la chispa de sus palabras,
Abrieron las tinieblas y tejieron estrellas,
Formando lazos de seda entre neuronas gemelas.
Mi voz no encuentra eco en el triste vacío.
Apagados los fuegos ardientes,
Y los colores, y los sonidos,
Los hilos mágicos yacen abandonados
Como tiras de carne muerta.
En el fondo de mi mente
Como pozo cavado en la tierra helada,
Busco huellas de agua, de vino o de sangre.
Pobres testigos de un pasado de esplendor
Los pozos no son más que vanas cicatrices.
Los magos de la amistad,
Como Apóstoles de una religión olvidada,
Han cerrado su santuario,
Y el baúl de las promesas.
Ahora sólo el polvo sobrevive al polvo.
El tiempo ha borrado vuestros nombres.
Gloriosos cantos de mis compañeros,
No os oiré más.
Esta humedad que se desliza en mi mejilla,
Y riega la sequedad de mi piel arrugada,
Creo que es una lágrima.
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