Luego de 2hs y 30min solo me quedaban 21hs y 30min. No pensaba en lograr mantenerme, pero lo hacia, con esa gracia que tienen los cangrejos verdes del oeste del África, me quedaba quieto sin parpadear, mis ojos se volvían como presas de acero corroído del este de las cataratas de Ñiagara. A lo lejos vi una persona acercarse como si fuese un indio uktuminaño, con la fuerza de mis sentidos levante mi vista y me acerque muy lentamente por las dudas que fuese un predador furtivo del occidente del este, y disimuladamente lleve mi mano derecha hacia mi espalda, mientras mi mano izquierda se movía distrayendo a mi presa, y cuando menos lo esperaba, muevo la mano izquierda para atras y con la derecha saco de mi espalda, como si fuese una espada samurai taiwanesa refacturada en la
india y reconstruida en brasil, y antes que se de cuenta lo estoy mirando a los ojos, mi mano se desliza muy lentamente pero muy rápido a la vez como en las técnicas shaolines que aprendí en el norte de la Antártica, pero de repente, el sospechoso se da cuenta mi intención, me dice algo pero la tensión no me deja oír, la emoción se acrecienta, la presa da un paso hacia atrás mirándome fijo, viendo si tiene alguna forma de evadir mis pasos a seguir, se inclina hacia un lado y hacia otro, como cuando iba de regreso por primera vez al refugio secreto de Bin Laden, Asia a un lado, al otro, Europa, Me mira atentamente, yo también lo miro, la tensión se corta en el aire, mi corazón se pone a bombear mas sangre para dar el golpe final, su corazón desparrama su sangre intentando evadir mi estrategia, se acerca el fin el cajero expectante, entiende lo que sucede pero no sabe que ha de pasar, se esta a punto de largar la gran batalla, puede que nadie sobreviva, la tensión corta en el aire y se siente ese olor a tensión cortada en el aire con mezcla con el orín del perro que se quedo mirando afuera del local haciendo pis en un árbol abandonado sobre la avenida.
Todos nos miran, solo somos el y yo, mi golpe lo estoy por dar, la gente detrás mío ve cuales son mis intenciones pero él no, ahora solo sabe que va a ser con la mano derecha, yo lo veo tan atónito que pienso que será fácil, pero de repente se mueve y creo que podría llegar a esquivarme... pero no se sabe, el tiempo se estanca y queda todo como la imagen de una acuarela de Dalí pintada por Rembrandt y quemada por Farinello, nadie espera nada, todos callados miran. Nuestras miradas se cruzan, cada suspiro es un segundo mas en el que cualquiera de los dos puede perder la estabilidad como la perdió aquel Sen Sein Obarishnicok en el fondo de la pileta de la casa del rey de Salamanca porque no tenía sus alpargatas para el agua. La tensión ha logrado bajar un poco pero nuestros ojos siguen fijos, sentimos mutuamente el olor de nuestros alientos sin poder escapar.
Llega el final, se define, dio un paso para la izquierda yo tiro para atrás la pierna izquierda y para delante la derecha para ocultar mi movimiento hasta a mi mismo, por atrás saco mi arma disimuladamente, me cabe en la palma de la mano y así es como la oculto, la fiera salvaje que ha venido no sabe hablar, emite sonidos que parecen palabras, pareciera que quiere y no quiere comunicarse como las cebras a manchas de la Arabia Azul, al este de Taikiwan, ya se jugaron todas las cartas, los dados han sido tirados, el enanito de jardín de navidad que duro hasta año nuevo en la quinta de la tía del primo del nieto de Tita, ha sido aplastado por un camión de Rod Hesia.
Alejo mi mano derecha de mi cuerpo mirándolo fijo a los ojos, la tensión ha vuelto, es como un cuchillo de triple filo, corta de un lado, corta del otro y hasta puede cortar por otro muy escondido, no se sabe que ha de pasar, pero nosotros vemos la batalla que se librará, de repente casi sin que lo note muevo mi mano y sale mi arma de la palma de mi mano, como una mancha de cianuro en un algodón que sale por la lavandina. La tomo con los dedos gordo, índice y el otro que solo no se debe usar pero muchas personas usan como si fuese un saludo talactigueño; voy a esforzarme para sacar lo mejor de mi.
Sus ojos se abren más, mis ojos se quedan fijos en el, apreto el boton verde de mi arma, se dispara una punta de acero de la punta que sale apenas milímetros y se vuelve a meter pero la parte de ese acero apático hidrófilo que le tiene miedo a los caballos israelitas que viven en Alaska, queda para afuera. Él pone su mano en la cintura, yo apoyo mi arma sobre un papel, empiezo a escribir rápidamente tres números, el se tira hacia el costado y hace una mueca que parece una sonrisa, yo tiro mi arma sobre el escritorio y tomo en mis manos y con la técnica que aprendí en la Atlantis del océano índico lo arranco rápidamente, él se pone detrás mió , yo hago un paso en falso para un lado y termino girando para el otro, él se asusta y se tira para atrás, yo con mi mano derecha y el papelito arrancado extiendo mi brazo y se lo acerco como alimentando a un tigre malasio de Indonesia que vive al oeste de nicaragua pero le gusta que lo llamen Marta, la persona escupe palabras yo le respondo mientras tomo mi arma de arriba del escritorio y la escondo por mi espalda devuelta como dándole la seña de un siciliano en valencia para que este seguro que si quiere que devuelta lo ataque estoy preparado, así que el se va despavorido sin mirarme, pensativo, hasta que termina escondiéndose en un lugar frene a una caja con luz que lo ilumina.
Yo tomo un respiro, como si nada más pudiese pasar, pero de repente cierro los ojos, me concentro en mis sentidos como aprendí con el Dalai mientras hablaba con la llama, me di vuelta bruscamente y miré firmemente hacia la puerta donde esta vez no era una sino que eran dos fieras salvajes buscando una maquina para meterse a Internet...
NO ES EMOCIONANTE TRABAJAR EN UN CYBER?
FIN |