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Inicio / Cuenteros Locales / guvoertodechi / · La emboscada engualichada que acabó con Juan Lavalle (1829)

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El general Lavalle fue un militar excepcional. Una sólida formación castrense y un gran coraje personal fueron sus atributos, puestos a prueba en infinidad de ocasiones desde el momento mismo en que, a los 15 años de edad, se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo, creado y conducido por José de San Martín. Cabal profesional de uniforme, Juan Galo Lavalle obtuvo su adiestramiento práctico en los diferentes frentes de combate donde intervino el Ejército Libertador. Además, concluida la campaña independentista, a mediados de la década de 1820, le cupo una participación descollante y triunfal en la guerra entablada con el Brasil. Por formación académica y experiencia concreta integraba, junto con Las Heras, Alvear, Paz y el propio San Martín, el reducido y exclusivo núcleo de oficiales de carrera que había introducido concepciones modernas en el arte de hacer la guerra (renovado en Europa durante las campañas napoleónicas) en esta apartada región del mundo, nada menos que en una época en la que el destino nacional se dirimía en los campos de batalla.

Estanislao López, en cambio, contó con menos oportunidades para seguir una carrera militar o para capacitarse asistiendo a clases teóricas sobre tácticas castrenses; tampoco pudo foguearse en la planificación de batallas “libradas” en la mesa de arena, como era rutina en las academias militares. Si bien intervino, a las órdenes de Belgrano en la infortunada campaña al Paraguay y, además, accidentalmente estuvo con Rondeau en el sitio de Montevideo (circa 1811), no contaba con la preparación profesional a la que habían accedido los oficiales del Estado Mayor sanmartiniano en los grandes escenarios de Europa y Sudamérica. Por el contrario, el caudillo federal santafesino se hizo milico arriba del caballo, combatiendo al lado de Artigas y Ramírez, conduciendo tropas montoneras que, durante 20 años, señorearon en la Mesopotamia y el Litoral. Es probable que el gobernador vitalicio haya conocido sólo "de mentas" las nuevas estrategias militares de moda en el Viejo Continente y que, en realidad, haya aprendido las lecciones elementales de estrategia armada directamente de las tribus indígenas que acampaban en las proximidades de la ciudad de Santa Fe, a la cual acechaban y atacaban de modo permanente.

En marzo de 1829 el gobierno unitario bonaerense ordenó a Lavalle marchar con su ejército sobre la díscola provincia litoraleña. El avezado general, conociendo las limitaciones de su contrincante, pensó que la incursión punitiva sería un paseo de rutina que no reportaría ningún peligro. Sin embargo, don Estanislao no opinaba lo mismo y, sabiendo que frente a frente nada podría hacer con adversario tan bien entrenado y equipado, optó por ejecutar maniobras de hostigamiento aplicando tácticas de guerrilla rural, con las que, sin presentar batalla definitiva, mantuvo entretenidas a las disciplinadas divisiones que venían de Buenos Aires a doblegarlo. Pero el artilugio de atacar y esfumarse, si bien servía para impedir que Lavalle avanzara más allá de la sureña Villa del Rosario, no alcanzaba para derrotarlo ni tampoco para expulsarlo de la provincia en forma definitiva. Fue entonces cuando López, quien conocía el territorio santafesino palmo a palmo, con audacia y picardía inauditas tramó una travesura histórica que acabaría con el invasor que hubiera resultado invencible en el caso de oponérsele procedimientos militares convencionales.

En efecto, simulando que huían hacia el norte, las huestes federales indujeron al ejército de Lavalle a cruzar el río Carcarañá e iniciar una persecución que culminaría, precisamente, en el lugar que López había elegido para "agasajar" a los indeseados visitantes. Se trataba de un potrero amplio y llano, ubicado en las proximidades de la Cañada del Carrizal, ideal para acampar, desensillar y dar de comer a los caballos, haciendo un alto en la fatigosa marcha. Allí crecía en abundancia, de manera silvestre, el miomío, una planta venenosa que habría de provocar la intoxicación masiva, seguida de muerte, de la numerosa caballada que acompañaba al contingente militar unitario.

Cuando Lavalle verificó que los trasegantes efectos provocados por la artimaña del caudillo santafesino los habían dejado de a pie, no tuvo más alternativa que emprender la retirada hacia Buenos Aires, sabiéndose ahora en inferioridad de condiciones. López, aprovechando la oportunidad creada por el yuyo dañino, giró sobre sus talones y lo siguió por territorio bonaerense hasta llegar al Puente de Márquez, sitio en el cual, con el auxilio de Juan Manuel de Rosas, propinó una histórica derrota al desconcertado general Lavalle y a su desmontada tropa.

La relación de fuerzas entre federales y unitarios cambió luego de este insólito episodio, dando un vuelco favorable al primero de los bandos merced a la astucia de un caudillo que, no obstante no graduarse en ninguna academia militar prestigiosa ni haber sido discípulo del Gran Capitán, conocía cada rincón de la patria chica santafesina y, por añadidura, los efectos destructivos de la letal planta solanácea.


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GRAGEAS HISTORIOGRÁFICAS

Elaboradas por Gustavo Ernesto Demarchi, contando con el asesoramiento literario de Graciela Ernesta Krapacher, mientras que la investigación histórica fue desarrollada en base a la siguiente bibliografía consultada:


· Barba, Enrique: "Unitarismo, federalismo, rosismo"; Centro Editor, Bs. As., 1982
"Correspondencia entre Rosas, Quiroga y López" (compilación); Hachette, Bs.As., 1975

· Busaniche, José Luis: “Historia argentina”; Solar, Bs.As., 1984.

· Cabral, Salvador: "Artigas y la Patria Grande"; Castañeda, S.Antonio de Padua, 1978.

· Luna, Félix; Delcis, Mónica; de Titto, Ricardo y otros: “Estanislao López”, “Juan Lavalle”; Planeta, Bs.As., 1999

· Newton, Jorge: "Estanislao López, el Patriarca de la Federación"; Plus Ultra, Bs.As., 1964.

· Tedeschi, Sonia: “López”; en “Historia de Caudillos Argentinos”, Altea-Taurus, Bs.As., 1999.




Texto agregado el 02-11-2004, y leído por 169 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-04-2005 buenísimo franco_casca
 
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