Alguna vez me enfrenté a un enemigo muy grande, al más grande de todos, uno que pensé que nunca podría vencer, pues pensaba que la única arma para vencer a este enemigo era retroceder en el tiempo y evitar que algo pasara.
Me atormentaba una y otra vez, pues no aceptaba lo que había sucedido y deseaba en el alma que ese hecho desapareciera de la línea de la continuidad del tiempo.
Pasaron los días y descubrí que la aceptación de este hecho me permitiría atacar mi problema "por la retaguardia" y "tomarlo por sorpresa". Al hacerlo conseguí el mejor posicionamiento en el campo de batalla, pues me permitió enfrentar el problema, mirar a este hecho desagradable a los ojos y conocer a mi enemigo.
La aceptación me había llevado a tener más valentía y aplomo y a hacer algo que no había intentado antes.
Empecé a darle vueltas al asunto y me topé con una gran sorpresa, las cosas nunca fueron como yo las imaginé y había tenido en la cabeza algo que nunca sucedió; mi miedo, mis temores y mis prejucios impidieron que conociera la realidad tal cual era.
Ahora que la conozco, siento que he retrocedido en el tiempo y que he sacado ese hecho tan desagradable de la lìnea de continuidad del tiempo, pues "eso" nunca pasó.
Gracias!