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Inicio / Cuenteros Locales / guinemona / Los Crímenes de Las Estrellas (Cada vez más cerca del Asesino ¿o Asesina?...

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Capítulo Dos

Habían surgido nuevas pistas y la aparición de un potencial testigo hizo que el caso se volviera cada vez más excitante. Stephen y Brian aún con los nervios hechos trizas esperaban que ocurriera algo, cualquier cosa que los llevara a encontrar a la bestia asesina...

Una muy buena pista la entregó un vendedor de apellido Froimovich, que vivía en el barrio en donde había ocurrido el asesinato. Al ser interrogado por la policía, dijo haber visto esa noche a un individuo muy misterioso que el sólo conocía de vista y al que llamaban “Zorro”.

-Creo que vive en el barrio viejo, allí existen muchas residenciales.- dijo sintiéndose importante.

La brigada efectuó diversas diligencias para dar con el tipo pero no encontraron nada porque ninguno conocía a un tipo que se apodara de aquella manera. Unos decían conocer a un individuo que se hacía llamar “Veinte” porque según decía ese era el número de dientes que le quedaban en su boca. Otros hablaban del “Centenario”, un hombre de edad madura que sólo se aparecía de tarde en tarde y que gustaba de ver películas, por lo que era un cliente frecuente en el Vídeo Club del barrio.

-Hum, allí puede existir un nexo- dijo Brain. – iluminado, -Nada es descartable en estos momentos pero tipos con esa afición existen por millares... Yo mismo por ejemplo-

-Pues, busquemos a nuestro hombre en los clubes de video. Nada ser pierde- Dijo Stephen un poco confundido.

Las investigaciones fueron estrechando el círculo dentro del cual se encontraba un tipo diminuto, que usaba unos lentes de gruesos cristales. Este sujeto era fanático de las películas antiguas, pero al preguntársele al dependiente que tipo de cintas eran sus preferidas, mencionó sin titubeos que siempre elegía las de terror y las de ciencia ficción. El nombre del tipo era Edgar Fell y se suponía que trabajaba en una lavandería del sector.

Edgard sonrió con displicencia cuando le dijeron que querían conversar con él. Ya en el despacho de Brian, nunca se mostró asustado o nervioso y todas sus respuestas fueron bien fundamentadas.

-Es posible que estemos delante de un cínico de siete suelas- pensó para sí el detective Brian.

-¿Qué hacía usted el día que asesinaron a esta mujer?- Stephen le mostró al tipo la fotografía de la última víctima.

-Ah, si. Supe de ese crimen. Lamentable, señor, muy lamentable. Bueno, creo que estaba viendo una película, si, ahora me recuerdo porque después, cuando esta terminó estaban informando de este terrible asesinato. Que lamentable todo esto- repitió, con su acento monocorde.

-¿Podría usted probar eso?- le preguntó Brian.

-Por supuesto. Me encontraba con Helen, mi amiga. Ah, que estupenda mujer es esa Helen.

-Por favor, cíñase sólo a nuestras preguntas. ¿Es ubicable en estos momentos su amiga?- preguntó Brain con los ojos acusadores.

-Claro. Ella siempre está en casa dispuesta para mí. Es una mujer muy obsecuente, un tanto “blanda” de carácter, pero una muy buena muchacha- dijo Edgar con una idiota sonrisa.

-¿Se encuentra ella en estos momentos en su casa?- preguntó Stephen con cara de perder la paciencia ante la primera risita estúpida que esbozara el interrogado.

-Ahora y siempre mi sargento ¿Y sabe por qué? Porque ella es mi queridísima muñeca inflable.-

El tipo lanzó una horrorosa carcajada que descompuso a los detectives, al extremo que el capitán se vio en figurillas tratando de contener a su agente para evitar que éste tomara al nauseabundo hombrecito por el cuello.

Cuando más tarde registraron su habitación, se encontraron recortes de noticias sobre avistamientos de ovnis, una biblioteca repleta de libros con cuentos terroríficos pero absolutamente nada sobre estrellas del cine. Esto descartaba de alguna manera al individuo, lo que fue refrendado por sus vecinos quienes manifestaron unánimemente que él jamás se movía de su casa después de las ocho de la noche y el crimen se había producido a las diez y media.

-¡No hay avances! ¡no hay avances! Y mañana o pasado mañana alguien será asesinado y no podremos prevenir de ningún modo esto- masculló el detective Brian.

-No es tan así, jefe. Elaboré un listado de las estrellas de cine y con esto podemos alertar a miles de mujeres que poseen nombres de actrices.

-Una locura, válgame Dios-. Dijo Brian moviendo la cabeza en una negación.

-De algo puede servir mi capitán, no hay nada que perder a estas alturas.- dijo Stephen palmoteándole la espalda, acto que descolocó a su capitán puesto que entre ellos tal gesto de familiaridad era incompatible con sus caracteres.



Antes que terminara la semana, Froimovich, el comerciante les hizo una llamada telefónica para contarles que había visto pasar al tipo extraño aquel y que éste había ingresado a un bar. Cuando los detectives llegaron, ya no quedaban rastros del hombre, pero indagaron entre la clientela y los meseros logrando averiguar que era un viejo actor de teatro que acudía allí de tarde en tarde y que gustaba de tomar ginebra y comer galletas que él mismo llevaba.

-¿Cómo se llama ese hombre?- preguntó Stephen.

-No lo sé. El tipo es muy extraño, demasiado silencioso. Lo que me llama la atención es que gusta de empapar en su trago unas galletas que siempre saca de sus bolsillos-.Dijo uno de los meseros precisamente el que con regularidad lo atendía.

-¿Qué tipo de galletas?- saltó al instante el detective.

-No podría precisarlo pero me parece que son unas especiales, con un olor penetrante y perdurable, algo así como…

-¿jengibre?-terminó la frase el ansioso Stephen.

-Eso, eso, si, son de jengibre. ¿Cómo lo sabe usted? Dijo el mesero impresionado.

-Secreto del sumario, señor. Ha sido de gran utilidad su información.- Dijo Brain extendiéndole la mano a modo de despedida y entregándole su tarjeta advirtiéndole que lo llamara en cuanto volviese a aparecer.

-¡Me parece que tenemos al asesino!- gritó alborozado Stephen, mientras enarbolaba un envase de galletas.

-Perfecto. Pero ahora necesitamos que el pajarito no se nos vuele. Y que no cometa un nuevo crimen-respondió no muy convencido el capitán.


Los sabuesos de la Ley ya cuentan con pistas y un posible testigo. El círculo cada vez se hace más estrecho, ¿estarán a punto de atrapar el asesino?¿habrá una nueva víctima?...

Continuara...

Texto agregado el 01-11-2004, y leído por 217 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-11-2004 Despacio, despacio que no os sigo. Me lleváis al trote. Dadme tiempo, necesito sobreponerme de tanto imprevisto. Corriendo voy a la siguiente entrega. azulada
02-11-2004 Voy pa la próxima. Un saludo de SOL-O-LUNA
02-11-2004 Los sigo... libelula
02-11-2004 está muy buena, he leído las dos partes y es formidable, esta segunda con la pista de las galletitas se las trae, ***** saludos a ambos india
02-11-2004 Muy bien novelada, es difìcil mantener el suspenso en los textos largos como las novelas, pero aquì antes de leer sabìa positivamente por quienes escriben, que se habìa logrado, y asì es, ahora queda el suspenso abierto, no lo dejen mucho tiempo y suban la continuaciòn. Un fuerte abrazo y mis estrellas. carloel22
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