Perdido entre lo real y lo que quiere serlo,
cansando de tener la palabra precisa en el momento inexacto,
de sostener diálogos futiles con los mismos de lo mismo,
como viviendo el pasado cada minuto y el tiempo corriendo.
Si así fuera, ¿qué es el presente?
es, quizás, ¿posible negar que existe?
¿que el ahora no es más que un ácrono relato,
circular, redundante e inerte?
Siendo así, este cuerpo adusto yace moribundo y a la deriva,
atacado por el fuego del tiempo que arde,
que va quemando su deseo lejano de poder negar lo afirmado,
de saberse en la posibilidad de girar lo inamovible,
o trazarle un camino alternativo al pasado.
Ese mismo cuerpo que alguna vez creyó saber mucho de tanto,
que sometió a juicio su acción más insensata,
que supo abstraer el pensamiento más mundano,
cae víctima del pasar de las horas,
del presente tantas veces incomprendido,
tantas veces inexistente. |