Me quemó el abrasador fuego de los hielos
y se sucedió un eterno ciclo de locura,
se repitió interminablemente la ignorancia,
y teníamos puestas las esperanzas.
¿Y qué pasó entonces, con los cielos?
¿perdieron el respeto o la paciencia?
¿perdieron la magia o los amigos?
¿perdimos nosotros la vista que brillaba?
Qué pasa cierto tiempo en nuestras sendas...
¡cómo se interpone la dureza!
así como sucumben los saludos,
Si parece el camino un infierno de sal y de amargura]
Así lloraré la tristeza del agobio,
la tristeza del trabajo sin cosechas.
La tristeza de un amiga nunca hecha.
El Coronel.
Disculpas? hay, tal vez. No son necesarias.
Texto agregado el 31-10-2004, y leído por 192
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Lectores Opinan
05-11-2004
intrigante...bonito...y se me hace parte de la vida diaria. vainilla
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