Tenía veinticinco años
y ya había conseguido un buen puesto de trabajo
un puesto fijo, ganaba dinero
su vida ya estaba resuelta en términos económicos,
una preocupación menos!
Y para su alegría le destinaron lejos de su casa
lo que fue la excusa perfecta para su emancipación y liberación…
Fue entonces cuando comenzó el descenso a los infiernos
Andrés no quería morirse habiendo pasado por alto
algunos aspectos que nos ofrece la vida.
Sentía necesidad de experimentar con todo.
En parte lo veía como una oportunidad....
Y si me gusta y me lo estoy perdiendo?
Cómo sabré si me gusta si no lo he probado?
Así que, eso es lo que hizo, probar,
probarlo todo,
probó con mujeres, con hombres, con drogas,
con mujeres y con hombres, con mujeres con hombres y con drogas
con chicas guapísimas, con chicas tremendas, con horrores, con deformes
de aquí de allá y del más allá
pagando, sin pagar, cobrando, sin cobrar
No obstante, en ocasiones la vida nos pone trampas
y antes de que se diera cuenta de que había dejado de ser una prueba ya estaba enganchado
Era demasiado tarde,
tenía treinta y cinco años y
el descenso a los infiernos era
un camino sin retorno
que era incapaz de deshacer,
nunca volvería a ser la misma persona.
Para mi amigo, el que descendió a los infiernos
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